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El propósito de este artículo es mostrar que las reformas son imprescindibles para potenciar una nueva etapa de crecimiento y bienestar.
Se puede citar a varios autores que destacaron la relevancia de la acción del gobierno para impulsar el crecimiento económico. En este sentido, respondiendo a la pregunta qué puede hacer un gobierno en este propósito, el reconocido economista Robert Lucas afirmó que “las consecuencias para el bienestar humano involucradas en preguntas como estas son simplemente asombrosas: una vez que uno comienza a pensar en ellas, es difícil pensar en otra cosa”.
Es probable que muchas carencias de la sociedad se superen con un periodo prolongado de alto crecimiento económico. Si bien es cierto que medir el bienestar va más allá del crecimiento
del Producto Interno Bruto (PIB) real, ciertamente cuando sube dicho crecimiento se desencadena un círculo virtuoso que genera más empleos, suba de los salarios, reducción de la pobreza, la criminalidad y hasta la mortalidad infantil.
La economía paraguaya se está recuperando en el 2021, quizás no de forma homogénea en todos los sectores, pero con un crecimiento proyectado que sube del 3,5
al 4,5%, de acuerdo a la proyección del último Informe de Política Monetaria (IPOM) del Banco Central del Paraguay. Siempre se festeja un buen número de crecimiento, esperando que pueda mantenerse hacia el futuro.
En ese sentido y más allá de lo proyectado para este año, se debería dar más importancia a la estimación de crecimiento potencial, que de acuerdo al IPOM se desacelera del 3,8 al 3,6%1. Y en la última estimación se reporta un rango del 3,2 al 4% dentro del cual se ubicaría dicho potencial. Esta es la capacidad potencial que se proyecta más allá de la situación actual y sería lo que una economía puede sostener durante algún tiempo. Y si bien el 3.8% tampoco se podría haber considerado suficiente, un menor crecimiento potencial significa que nos tomaría aún más tiempo cerrar las brechas en materia de calidad de vida y, si bien la reducción parece marginal, en un largo periodo de tiempo esto significaría un retraso de años en el ingreso de la gente y el desarrollo del país.
Actualmente, al segundo trimestre del 2021 la producción estaría 11% por debajo del nivel que podría haber alcanzado si seguía la tendencia de pocos años atrás (hasta el 2018), lo que representaría cerca de US$ 4500 millones de menores ventas e ingresos, resultado de los choques climáticos del 2019 y la pandemia desde el 2020.
En un artículo anterior, basado en el trabajo sobre “Productividad, capital humano y reformas”, se mostraba que una eventual baja de los años de estudio por el efecto de la suspensión de clases en el marco del covid-19 tendría un efecto adverso sobre el capital humano y sobre el crecimiento económico, lo cual junto a otros factores resultarían en un crecimiento tendencial –que sería una aproximación al potencial– que estaría ubicándose hacia el límite inferior del rango estimado por el último IPOM.
La desaceleración del crecimiento potencial habría empezado antes de la pandemia. Entre los posibles motivos, estarían cuellos de botella que se evidencian en rendimientos que se han estancado en sectores tradicionales, así como un proceso de transición acelerada hacia una economía de servicios sin la maduración del desarrollo industrial, y quizás la convergencia hacia un nivel de ingreso que implicaría llegar a la denominada “trampa del ingreso medio”.
En el 2019 culminó el trabajo de la “Comisión de Crecimiento, Equidad y Desarrollo del Paraguay”, la cual estuvo integrada por expertos internacionales y locales, quienes sugirieron algunas acciones para elevar el crecimiento, entre las que se destaca la reforma del sistema educativo con énfasis en el desarrollo de habilidades y competencias; fortalecer el clima de negocios y la conectividad; así como fortalecer la resiliencia macroeconómica y la capacidad del estado de brindar servicios públicos de calidad, con un sistema tributario con mayor énfasis en impuestos directos.
En cuanto al fortalecimiento de la capacidad del Estado, son importantes los proyectos de mejora de las compras públicas, el servicio civil y la nueva regla fiscal. En el análisis citado también se planteaba la urgente reforma de la seguridad social.
A pesar de la pandemia en algunas acciones se pudo avanzar, como en la mejora del clima de negocios y la tributación directa, pero todavía queda mucho por hacer. Debemos aprovechar este tiempo de recuperación, procurar los consensos y apurar las reformas para re-impulsar el crecimiento potencial del país, promoviendo una economía más diversificada, sofisticada y resiliente.
(*) Miembro del Directorio del BCP
humcol@gmail.com (*)