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“Mi madre dio a luz a dos personas, a mí y al miedo” escribiría Hobbes años después de su nacimiento en Westport, Reino Unido. Ese miedo lo llevo a describir el Estado de Naturaleza de los seres humanos: “En el estado de naturaleza nadie es tan débil como para no matar ni nadie tan fuerte como para no morir”.
Este pensamiento se convirtió en la base de su doctrina contractualista según la cual “todos los ciudadanos y al mismo tiempo, deben renunciar a esa fuerza letal para otorgarla a un ser superior, el Estado o Leviatán”. Según su doctrina, el Estado debe tener la acumulación de las fuerzas individuales para evitar que el ser humano, en estado de naturaleza, inicie una “guerra de todos contra todos” a fin de poder protegerse de “un miedo extraordinario a la muerte” y utilizar esa fuerza al “anhelo inquebrantable de sobrevivir” que, según el filósofo eran las fuerzas que movilizaban a la humanidad.
En tiempos de libertad y cinco siglos después, la mirada hacia el Estado hobbesiano produce ciertas dudas sobre el alcance del poder que debe tener. Sin embargo, en la comunidad científica su aporte es de un valor incalculable cuando establece claramente — aún con una visión claramente de suprapoder estatal — que el principal motivo por el cual el ser humano se despoja de aquel “Estado de Naturaleza” es el de encontrar en una estructura superior la seguridad de que no perderá su vida y pertenencias a manos de un tercero sino sólo a manos de aquella organización a la cual entregó a seguro su vida y sus posesiones.
En la semana que pasó encontramos a un sólo Comisario de la Policía Nacional, Comisario José Sosa, quien en uso de sus atribuciones constitucionales y en favor de una sociedad que — desprotegida — se resiste a tomar soluciones drásticas por sus propias manos como aquella descripción del hombre en estado de naturaleza hobbesiano, hizo realidad la garantía constitucional del libre tránsito a cientos de compatriotas que solo estaban haciendo ejercicio de otro derecho constitucional cual es el de dedicarse a la actividad económica de su preferencia.
Muy sinceramente espero que esta pequeña lección de dignidad por parte de un miembro de la fuerza pública, le recuerde al resto de sus compañeros que la renuncia a la violencia la hicimos los paraguayos a favor de ellos quienes detentan el monopolio del uso de la fuerza solo y exclusivamente para salvaguardar la vida y la propiedad de todos los que atónitos seguimos viendo como un grupo de autodenominados “huelguistas” han impedido la circulación de personas, alimentos y hasta vacunas anti Covid por sus exclusivos intereses personales anteponiendo éstos al bienestar general.
No en balde en su concepción del estado de naturaleza, Hobbes llegó a afirmar: “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit” (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro). Quienes hagan respetar la constitución serán aquellos que nos recuerden a qué sociedad somos parte para evitar la fatídica “guerra de todos contra todos” cual es finalmente, el principal motivo por el cual vivimos en sociedad.