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Salvo en escasas ocasiones —Don Carlos, la creación del Colegio Nacional y la Universidad Nacional, o la reforma de Ramón I. Cardozo en los años 20—, los gobiernos no pusieron demasiado énfasis en la educación ni en el pensamiento o la reflexión crítica. Las reformas de los años 90 no han sido eficaces.
Hoy tenemos el resultado del deterioro en nuestro sistema educativo: 7 de cada 10 estudiantes no entienden lo que leen. Un país de analfabetos; de gente que puede captar palabras, pero no relacionarlas con nada para conformar conocimiento.
Este año Itaipú ofreció 3.100 becas universitarias. En los exámenes previos solo 1.630 (de 4.340 postulantes) aprobaron castellano y matemáticas. En el Nivel Medio no se apunta al pensamiento. La enseñanza de Castellano, por ejemplo, está llena de tecnicismos y no se centra en lo esencial: que los estudiantes hablen y escriban correctamente y entiendan lo que leen (si leen).
Urge formar docentes de Castellano para paliar el déficit de comprensión lectora e insistir, al mismo tiempo, en un vigoroso plan de lectura. Debemos salir del analfabetismo en lectoescritura que nos sume también en el analfabetismo cívico, que se refleja en nuestra deplorable “clase” política y en buena parte del electorado adormecido por la caña gratuita.
En este contexto, denuncian el cierre de la carrera de Letras en la UNA de Caacupé. Ahí se forma gente que apunta a mejorar la enseñanza de la lengua en una amplia región del país. Pareciera una pesadilla. El Estado, que debe garantizar la educación, dependiente en grado sumo de la formación de docentes en disciplinas específicas, se desobliga —en un acto de mercantilismo impúdico— de un deber insoslayable. No solo los alumnos de la carrera quedan “colgados”. El país se va vaciando de docentes bien preparados en lenguaje.
La carrera de Letras exige lecturas intensas y conocimiento vasto del idioma. Impulsa el pensamiento crítico. Crea cultura. Un ciudadano culto exigirá autoridades sanas. Solo los pueblos cultos se desarrollan.
Pero el Paraguay sigue sumido en el infortunio.
¡Para qué quieren una Facultad de Letras en Caacupé! De ahí podría salir algún arandu que piense y exija cambios en el Olimpo del poder. ¡Cierren Letras, abran bodegas, caña gratis para el arreo de votos… y que siga el baile!