Francisca y su diario peregrinar entre San Juan y Mendoza

Cada mañana pasa caminando frente a nuestra casa a la misma hora, con puntualidad asombrosa, siempre usa la vereda de enfrente, en su consistente y disciplinado camino al zaguán que ocupa dos cuadras más abajo, en una casa pequeña ubicada casi sobre la avenida. Algunos samaritanos le habrán cedido ese espacio en algún momento para que, a partir de ubicarse en el mismo, lo utilice junto con el agua al que accede desde una canilla ubicada allí, y realice en las manzanas aledañas tareas varias con las que, mal que bien, se gana la vida.

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El alcohol es la droga lícita que más daño causa a las personas.

Los vecinos, movidos por la projimidad, compasión o lástima, le encomendamos trabajitos varios como barrer la vereda, pasar el rastrillo por el pequeño patio del frente, traer alguna que otra cosa del coreano de la esquina… tareas sencillas que ella ejecuta con responsabilidad y rapidez. Tiene varios “patrones” –como ella los llama con orgullo-, con los que cumple cada una de las tareas asignadas a lo largo de la semana hasta los sábados por la tarde, cuando desaparece y nadie la vuelve a ver hasta los lunes por la mañana.

En Paraguay, el 50,9% de la población consume bebidas alcohólicas, y el 24 % lo consume de manera excesiva.

Cuando está relativamente sobria, es posible entablar una conversación con ella. Y es allí que se nos revela Francisca (nombre cambiado) en su mejor perfil, con una dicción impecable y voz ronca, y si la miramos con detenimiento podemos adivinar que tuvo lindas facciones en un rostro hoy ya muy arrugado, donde unas cejas gruesas enmarcan sus ojos vivaces. Habrá tenido una buena educación, a juzgar por su forma de hablar y el vocabulario que utiliza, sin dudas tendrá una interesante historia de vida, a la que lastimosamente no podremos acceder porque estos breves momentos de lucidez son cada vez menos frecuentes.

Paraguay registra datos que lo ubican como el 4º país de la región en consumo de alcohol per cápita.

Francisca es alcohólica y desde hace un par de años puede percibirse un deterioro que avanza en ella, desde su andar cada vez más errático hasta la forma en que se le hincha la cara. Tiene ataques nerviosos durante los cuales grita y uno teme cruzarse con ella, y a veces, se queda dormida frente a la casa de un vecino, entonces hay que llamar a la policía para que la traslade a otro lugar, lo que realiza efectivamente personal del 911…para ubicarla 20 metros más adelante. “No tenemos adónde llevarla, y en la Comisaría no le podemos retener”, es la –lastimosamente comprensible- explicación de los uniformados.

En nuestro país, se estima que el 82% de los accidentes de tránsito tienen relación con la ingesta de alcohol. En el 2.020 se registraron 13.195 lesionados y 184 fallecidos en percances en las calles, de los cuales 75% involucra a motociclistas. Los factores principales son la imprudencia, el exceso de velocidad y el consumo de alcohol, siendo normalmente este último el detonante de los dos primeros.

En la mitología romana, el Dios del vino era llamado Baco, responsable por la fertilidad de las plantaciones, en especial de los viñedos, como así también del vino. Como todas las deidades, tenía defectos y era juguetón, por lo que no se hacía responsable por los excesos y el frenesí ocasionados por la ingesta abundante del vino. Dicho de otra manera, cuidaba que la cosecha fuera abundante y la calidad del vino excelente, pero quedaba a cargo de los mortales decidir cuánto beber.

Justamente a estos excesos se refería la expresión bastante frecuente hace un par de décadas y hoy caída en desuso, que dentro del contexto de una oración rezaba “en la fiesta de casamiento, el tío Tito estaba entre San Juan y Mendoza”, que aplicaba a la borrachera de alguien que, si bien no necesariamente había hecho la ruta del vino en la Argentina, parecería que estaba practicando para cuando se le presentara la ocasión. Sobre el punto podemos añadir -y con toda seguridad-, que bien vale hacer el esfuerzo para conocerla y disfrutar de sus paisajes, hoteles de estilo campestre, gastronomía y por supuesto, excelentes vinos.

El consumo de alcohol supone una desinhibición en la conducta violenta de base, la cual aumenta tras los consumos, produciéndose un efecto “sumatorio” o un incremento de tal violencia.

El consumo del alcohol es una realidad presente en nuestro medio a tiempo completo y un éxito de taquilla, y dentro de esta película social Francisca hace el papel de una pobre víctima, mostrándonos algunos de los lados más oscuros, tristes y crueles del alcoholismo, como lo son el abandono de su familia, del Estado y la fría espalda por parte de la sociedad. Lejos está nuestra protagonista del tío simpatiquísimo con unas copas de vino de más, que despliega gracia en la pista de baile, de la pareja glamorosa que brinda por su amor con sendas copas de champán, del amigo que –había sido- canta muy bien pero no se anima salvo que cargue unas cervecitas encima, por no decir del poeta galés que encontró la inspiración de sus mejores coplas en el fondo de un vaso de whisky. A todos ellos, les tocaron papeles mucho más interesantes y codiciados que, por añadidura y para nada a causa de una coincidencia, son los que más nos gusta ver y suponer que se asemejan a nuestro propio rol en la película.

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