Terrible realidad

Un año después de la llegada del covid-19 a nuestro país, estamos atravesando quizás uno de los momentos más difíciles. En los hospitales cabecera en la lucha contra la enfermedad ya se está eligiendo qué paciente entrará a sala de Unidad de Terapia Intensiva (UTI) a pelear por su vida y quién tendrá que seguir esperando una oportunidad en urgencias, ante la saturación del servicio sanitario, según confirmó días atrás el director de la XI Región Sanitaria, doctor Roque Silva.

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“Desde hace dos o tres días estas decisiones se asumen en los hospitales”, lamentó. Siendo los más jóvenes los elegidos en estos casos.

Lo triste es que en la mayoría de los casos se les da prioridad a jóvenes que salieron a fiestas y no se cuidaron. Mientras que los adultos mayores que se quedaron en sus casas, cuidándose, se contagiaron por las visitas de sus familiares irresponsables.

La consecuencia de esta conducta está a la vista; miles de personas perdieron a sus padres, en algunos casos incluso a ambos. Eso sin mencionar la cantidad de nietos que se quedaron sin sus imprescindibles y amorosos abuelos.

Ahora penosamente nos enteramos de que vamos a seguir perdiéndolos a pasos agigantados.

El Gobierno no cumplió con lo que prometió, el sistema de salud está saturado en un cien por ciento, no hay suficientes camas, no hay medicamentos y las vacunas llegan a cuentagotas. Los médicos y enfermeras están agotados y muchos de ellos incluso perdieron la vida en la lucha contra la enfermedad.

Cientos de compatriotas que llegan a los hospitales pasan las noches en sillas de rueda, con un balón de oxígeno , por falta de espacio. Es más, en algunos lugares donde la ciudadanía organizada construyó pabellones de contingencia para casos respiratorios como Tobatí, no se pueden habilitar porque el Ministerio de Salud no contrata al personal de blanco requerido.

Una vez más la pelota está en el área del pueblo, la única manera de detener la debacle es de nuevo con un gran sacrificio. Es cierto que todos estamos hartos, pero necesitamos volver a encerrarnos y cumplir con el protocolo sanitario, no por pedido de este Gobierno corrupto, sino simple y llanamente por amor a nuestros seres queridos ahora más que nunca vulnerables.

desire.cabrera@abc.com.py

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