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Ahora comenzamos un nuevo año y estamos quizás atravesando uno de los momentos más duros con hospitales y centros de atención colapsados, con una altísima tasa de contagios y fallecimientos. Este panorama empeora cada día más debido al hartazgo de la ciudadanía que está incrédula y no confía más en sus autoridades.
A pesar de las advertencias, un alto porcentaje de la población se rehusa a seguir cumpliendo las recomendaciones sanitarias e igual viaja al interior, ingresa a los balnearios con o sin permiso. Se aglomera y participa de los eventos sociales sin ningún tipo de control y cuidado.
La situación sanitaria podría volverse insostenible en los próximos días por la falta de insumos, equipamientos y camas de terapia intensiva.
La falta de credibilidad de las autoridades sumada a la impunidad que rodea los actos de corrupción cometidos está jugando en contra de todos. Es una vergüenza que representantes elegidos por el pueblo como exintendentes y funcionarios comunales, acusados de haber desfalcado las instituciones que tenían a su cargo, hayan sido condenados a penas irrisorias, sin que siquiera tengan que pisar las cárceles.
Eso, sin mencionar la farsa del juicio oral y público en el cual fueron procesados los exsenadores Óscar González Daher (ANR) y Jorge Oviedo Matto (Unace), que resultó ser más un blanqueamiento que un proceso judicial.
Este caso podríamos considerar como emblemático porque desnudó la manera en que se maneja la justicia en el Paraguay, con coimas, extorsiones y tráfico de influencias. La sanción hubiera sido ejemplificadora, pero nuestra justicia está podrida y seguirá así per secula seculorum.