Del maniqueísmo social, la psicología de grupo y la cultura de paz

Dos niñas asesinadas en extrañas circunstancias por las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC) trajo un revuelo mediático importante, se dieron a conocer las noticias y no pudo menos que sobresaltar. Oficialmente fue un operativo exitoso, antes de hacerse público que contaban con 11 años. Organizaciones internacionales y de Derechos Humanos se hicieron eco.

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Al caso, que alguna gente se sintió compelida a reclamar justicia por estas muertes, salieron a la calle y con algunos desmanes propios de manifestaciones en estas circunstancias. Y de aquí en más: ¡cuidado con lo que opines!

El sabio persa Manes propugnó la doctrina universalista de una lucha eterna entre dos potencias opuestas: el Bien y el Mal (dualismo), esto allá por el siglo III. Esta doctrina religiosa conocida por Maniqueísmo, en tiempos modernos, se llevo a la política y la política maniqueísta se basa en estas posiciones opuestas entre dos facciones, una buena y otra mala; en acusación cruzada.

Del maniqueísmo social no se ha teorizado hasta donde podamos saber, pero lo cierto es que «la tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo» (transcripción de la definición de la RAE) es la definición exacta del comportamiento y expresión social mayoritaria en Paraguay. Entiéndase que al momento que se es calificado como malo, también se es segregado.

Muchos se han desgarrado las vestiduras por las pinturas del Panteón Nacional de los Héroes, otros buscan con saña la «cárcel» y la «golpiza» de quienes quemaron la bandera. Todo el sentimiento patriótico a flor de piel manifestado en coronas de flores en las vallas del oratorio. Por otro lado, quienes justifican la quema de la bandera porque “el crimen cometido por las FTC es peor y el resto es una reacción ante el hartazgo”, o lo aplauden porque “los signos nacionales son el símbolo de las concepciones de opresión” y que quienes lo defienden tienen un “discurso fascista de que unos símbolos son más patria que una nación” entre otras posiciones evidentemente extremas.

Cualquier abogado con un mínimo de entrenamiento podría defender limpiamente a las manifestantes pirómanas, pese a las pruebas. Aunque la realidad es que interpretar algún grado de valor o disvalor de la conducta, que a todas luces es reprochable, ya lleva a un enjuiciamiento en posiciones políticas. Hacerse a la idea de que alguno no se indigne por las muertes de las niñas de once años sería el desvarío total, mejor ni imaginárselo y sigamos con el mismo ejemplo.

Estas posiciones llevan a la pregunta ¿Cuál es el grado de polarización?

Ya hace una cincuentena de años Bertrand Russell (afamado filósofo, matemático y escritor), en el programa Face to Face, entrevistado por John Freeman, había tratado de dejar dos legados a la humanidad explicando que el primero es intelectual solicitando que nos preguntemos ¿Cuáles son los hechos? ¿Y cuales son las verdades que los hechos revelan? Conforme se enseña en las escuelas de Leyes esto se ajusta a la labor jurídica de conformidad al aforismo que expresa: «Dame los hechos y te daré el derecho».

Ejercitando la revelación de la verdad en las redes sociales, se ha notado que a la más mínima apuesta de intervención o valoración de los hechos (dependiendo del grupo y de la opinión) te convierte en zurdo, en un/a feminazi, terrorista o; por el contrario, en facista, stronista, nazi y lo peor de todo, eres automáticamente juzgado para el destierro y si no tienes una pertenencia al grupo o no estas reivindicado por alguien, debes someterte al ostracismo. El grado de polarización es enorme.

El germen autocrático en la sociedad, se halla profundamente arraigado. Es esto último lo que mas debería preocupar, pese al encono y la escalda del conflicto que podría terminar en derramamiento de sangre, que no extrañaría. Los elementos sociales de intolerancia, aceptación/rechazo, disciplina de opinión, pensamiento único, crispación, sentimiento de grupo, unidad de cuerpo y uniformidad (por ambas partes de este dualismo social) se recrea en la reivindicación de dictaduras ya sean de la corriente que fuere o que se sienta mas cercana, en esto último, es donde se demuestra que los extremos se tocan.

Estos elementos de psicología de grupo, se detallan en la película alemana, basada en hechos reales, de nombre «La Ola». La trama de la misma se desarrolla en un aula alemana, donde en clases de verano estudiarían «La autocracia» con la siguiente pregunta inicial: ¿Será posible que Alemania tenga otra dictadura? En el experimento del aula se dio una respuesta afirmativa y un final trágico ante la realidad de Alemania. Observando al Paraguay se identifican casi completamente todos los rasgos y pareciera que mucho más cerca de una autocracia por ambas partes de nuestra dualidad. Unas posiciones ajenas a los partidos y mas cercana a la de los sentimientos: Aún más peligroso!!!

Johan Galtung, sociólogo y uno de los padres fundadores de las investigaciones para la paz y los conflictos sociales, introdujo uno de los conceptos que hoy en día pueden llevar al ciber bullying en Paraguay, como sucedió con la presentadora Mercedes Barriocanal al mencionar uno de los elementos de la pirámide de Galtung o sea la violencia estructural por sus redes sociales. Como hubiera sido usado en algún momento por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), hacer mención al tal concepto puede convertirlo a uno casi por arte de magia en zurdo, cómplice y aliado de criminales. Arriesguémonos.

La violencia estructural, esa que excluye a partir de sus mismas instituciones, que violentan, tiene como consecuencia a la violencia cultural, que se manifiesta justificando la violencia como una salida; por ejemplo, la violencia revolucionaria de grupos extremistas o en defensa de las ideologías totalitarias. La defensa de ideologías totalitarias ocurre por ambos grupos supuestamente antagónicos según vimos; menudo problema el que se nos presenta. Los rastros de la violencia estructural que se ha ejercido toda la región y la que nos hemos procurado los unos a los otros, la violencia directa (tercera violencia de la pirámide de Galtung), nos lleva a esta bomba de presión, que tenemos la responsabilidad de aliviar cuanto antes. Hoy antes de cultivar más odio, más rencor y más resentimientos se debe hacer un llamado a la concordia, al diálogo constructivo y la sanación de nuestras diferencias y por sobre todo, evitar los estereotipos.

Aquí un gran ejemplo. «Recordando a través del corazón Guernica» es el centro de investigación por la paz y tratamiento de conflictos, que por mandato del parlamento Vasco (España), crea Juan Gutiérrez y lo dirige por catorce años. Este enseña en una de sus ponencias más difundidas que «…la paz es débil, es un desastre de debilidad…», «…todos queremos la paz, pero también queremos otras cosas…» por ello debemos anteponer la paz a los intereses, al resentimiento y deberíamos trabajarla, potenciarla, cultivarla, pero para ello habrá que renunciar a la comodidad de la paz negativa (ausencia de conflicto) y procurar por la paz positiva (colaboración y apoyo mutuo).

El mismo Juan Gutiérrez cuenta con un proyecto al que dio el nombre de «Hebras de paz viva» donde, dentro del paradigma de la paz positiva de Galtung, relata una serie de acontecimientos a lo largo y ancho del planeta, donde se gestan la memoria por la paz, en pequeños actos y en espacios sumamente hostiles. Si buscáramos en el sentir paraguayo, de seguro puede resultar en una de las salidas para la reconciliación entre compatriotas. En palabras del Prof. Dr. Amalio Blanco de la UAM «en términos de violencia, los acontecimientos protagonizados por el Ser Humano son los más traumáticos y por tanto el problema de la violencia el gran desafío de gobernanza para toda Sudamerica». Y a más de treinta años de la dictadura de Stroessner aún no hemos iniciado el camino de fortalecimiento de la paz, al contrario, venimos profundizando el odio y el rencor. ¿Cómo construiremos nuestra gobernanza?

Finalmente, recordemos el segundo legado que Bertrand Russell deseaba dejarnos, este en un plano moral decía y lo enuncia así: «El amor es sabio, el odio es tonto». Debemos construir redes de tolerancia, de escucha y de sinergias para la construcción heterogénea, diversa y compartida y procurar desde la visión agnóstica del intelectual la misma que las mayores confesiones del globo pregonan: el amor y la paz.

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