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La referencia hace a la devastación integral del entorno y de los elementos naturales, alrededor de la capital paraguaya; Asunción. Se ha hecho muy conocido lo sucedido con el agua de cierta laguna en la ciudad de Limpio, ciudad aledaña a la capital. El municipio de Limpio, pasó a ser noticia debido a la contaminación de la laguna Cerro de la zona de Piquete Cué, cuando esta se tiño de color púrpura, en un espectáculo asombroso a la vez que profundamente triste. El color contaminante provino de afluentes vertidos por una curtiembre del lugar.
Pero la fama mayor no le vino sino hasta que se hizo eco del suceso el conocido actor Leonardo Di Caprio, quien por medio de su cuenta en una red social, denuncia las circunstancias del hecho en fecha 16 de Agosto. Según la prensa local (diario Última Hora en línea 30/08) la denuncia del afamado actor hizo posible que las autoridades tomen cuenta del asunto, puesto que se inició un crecimiento de la presión social fuera de los directamente afectados.
Ahora bien, el aire de la capital de Paraguay no es una cuestión menor, aunque menos publicitada. La polución por humo en toda la zona Centro y Este de la Región Oriental es una constante anual por la quema de pastizales en su mayor parte.
Conforme mediciones de la entidad no gubernamental Aire Paraguay por la mañana del 29 de Agosto del corriente año el aire se mantuvo en el indice de «muy insalubre» según los estándares de medición de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos del que se sirven para sus informes diarios. Estos resultados de mala calidad del aire se deben a los más de 80 incendios registrados en el país.
Pero en lo que va de este año se ha visto agravado notablemente en la capital, al darse un incendio de gran magnitud en la reserva biológica Banco San Miguel (el banco de arena que da cierre a la bahía de Asunción en el río Paraguay).
En lo que respecta al elemento tierra o arena, este es uno de los bienes ambientales más sobre-explotados y con menor visibilidad en el mundo y mas aún en Paraguay. A los ojos de todos los paraguayos, quienes veían por fin la construcción de la defensa costera de Asunción se procedía a destruir una reserva natural y a cometer un crimen ambiental, hasta hoy impune, bajo la complicidad de todos los actores (empresa constructora, unidad de contratación, gobierno municipal y gobierno nacional).
La arena es imprescindible para la construcción, y para la construcción de la franja costera se dragaron enormes cantidades del lecho de la Bahía, olvidándose todas las parte que el lecho del río forma parte del ecosistema de una reserva biológica y que comprende a la Reserva Biológica del Banco San Miguel ya mencionado.
De esa forma se degradó el sistema y el ecosistema de aguas someras que recibía todos los años a las aves playeras o corremolinos, las cuales representan gran preocupación en la comunidad científica por su franca disminución de población, entre ellas una de las más delicadas y con categoría de casi amenazada, como es el caso del Calidris subruficollis (Buff-breasted sandpiper). El caso de las aves es solo un ejemplo.
Este fenómeno de destrucción agua, aire y tierra no es privativo del Paraguay. En el último mes de plena pandemia hemos presenciado la catástrofe ambiental del agua de las Islas Mauricio por derramamiento de crudo o la polución del aire en las mismas condiciones y por los mismos factores que en Asunción, en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos en la Provincia de Buenos Aires y de Rosario en Argentina. La arena al ser invisible es continuamente y continuadamente sobreexplotada sin que nos demos cuenta, tanto que al año se extraen 50.000 millones de toneladas que duplican la capacidad de regeneración del recurso por parte del planeta.
Pero volviendo al caso paraguayo se han de notar unas dimensiones muy profundas del problema a saber:
Primero. Absoluta debilidad de las instituciones del Estado o inoperatividad administrativa, que sería importante conocer los porqués para aportar soluciones, pero de momento se manifiesta una profunda incapacidad de los agentes regionales y centrales a la hora de responder a la población por vía de la administración.
Segundo. Inoperatividad legislativa. Si bien se cuenta con sendas leyes de protección, con incontables suscripciones de toda laya de tratados internacionales; desde el Pacto de Río en el año 1992 hasta el de París recientemente, no han servido de nada. Un simple ejemplo; las medidas precautivas en el caso de los estudios de impacto ambiental, solo han dado respaldo a un sistema burocrático con resultados como el de la curtiembre de Limpio.
Tercero. Inoperatividad judicial. El sistema judicial paraguayo goza de una terrible fama y en cualquier círculo, de profunda desconfianza, pero más allá de ello, el derecho sustantivo no ha otorgado herramientas efectivas ni eficaces para el accionar ciudadano, además de un sistema para-poder (Ministerio Público en el área del Ambiente) aún más cuestionado por la opinión pública y sin ninguna actividad de respuesta que desmienta el cuestionamiento ciudadano (deberá dilucidarse si por falta de capacidad o falta de intención).
Cuarto. Debilidad de la democracia y de los representantes. Ha resultado tristemente celebre el manifiesto conjunto realizado por instituciones encargadas del control y el monitoreo ambiental de Paraguay en donde todos esquivan responsabilidades. Pero el problema aún está y ningún agente de gobierno o institución del Estado ha hecho un mea culpa o se ha sentido mínimamente requerido. La falta de madurez política manifestada de esa forma se hace plausible.
Quinto. Problemas de Gobernanza. Si bien es cierto la gobernanza, en todos sus aspectos, se halla rebasada, en el caso paraguayo en materia ambiental se nota aún más. No ha existido una respuesta positiva en los espacios de generación de normas, en los espacios de apoyo a la ciudadanía en sus reclamos. Las organizaciones ecologistas y conservacionistas no han demostrado aún poder conectarse con la gente (al menos desde la percepción de las noticias) y la solución a los problemas como el de Laguna Cerro o el de extracción de arena en el departamento de Cordillera por el grupo Archer no han podido gestarse por medio de organizaciones.
Para cerrar el análisis es importante destacar la composición piramidal de la numeración de los cinco problemas. La base del sistema de las democracias liberal se halla sostenida por las organizaciones intermedias. Es urgente fortalecer la conexión con la gente por parte de las organizaciones no gubernamentales y reforzar la denuncia temprana y hacer operativos los escasos o débiles procedimientos ante las instancias que correspondan, más allá de su credibilidad. La única forma en qué se lograra la eficiencia administrativa será desde el proceso peldaño por peldaño que puedan realizar los ciudadanos, respaldados por las organizaciones fuera del Estado.
En un país pequeño como Paraguay (en uno grande igual, pero más complicado), solucionar esos problemas de gobernanza es posible y fortalecerá la democracia, pero es menester sine qua non volver operativo el sistema.
Cuando se inicien acciones administrativas y judiciales se harán notar falencias, para de esa forma hacer surgir soluciones jurídicas sustantivas y denunciar agentes judiciales que no cumplen. Demostrará la necesidad de mejores leyes y fortalecerá las instituciones. Y al fin podría darse a contrario censu de lo que hoy ocurre, una operación, no militar, sino ciudadana y salvar así lo que nos queda de Agua, Aire y Tierra.
*Abogado y Escribano por la Universidad Nacional de Asunción.
Máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid.