JEM del asco y la vergüenza

El “chonguismo” nos consume desde hace demasiado tiempo. Es más omnipresente y omnipotente que el mismo Dios. Nos carcome lentamente con una sutileza magistral e imperceptible, creando un laberinto interminable, donde la única opción que nos queda es tener fe en encontrar la salida.

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Y es que aquellos que gozan de un poder supremo se toman en serio que “el paraguayo es reconocido en el mundo por su capacidad de establecer con facilidad lazos de amistad”. En Paraguay, si tenés un amigo – que además es expresidente de la República – podes joder hasta a la pandemia. Agarrar un decreto presidencial y arrojarlo a la basura; logrando con ello que el mismísimo coronavirus no se te acerque. Si piensan que exagero, pregúntenle a Karim Salum, a quien imagino matándose de la risa de todos nosotros.

Una fiscala puede agregarte 10 años de edad – a ojímetro – para que no te quedes en un albergue como otros compatriotas que llegaron del exterior, permitiendo así que vayas a tu casa y hagas de tu vida lo que mejor te parezca, pese al riesgo que ello significa. “Yo le vi, le miré, y parecía una persona de 60 años”, dijo la agente fiscal Teresa Sosa para justificar su violación a una orden del Ejecutivo.

La presión nuevamente logró que los encargados de “juzgar” la conducta de la Tere, la convoquen. El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados “le pidió explicaciones”. La fiscala se defendió en una videollamada tirándole la pelota al ministro asesor del Ejecutivo de Asuntos Internacionales, Federico González. Este último había asegurado que la Fiscala General, Sandra Quiñónez, intercedió y mandó una constancia de problemas de salud de Karim. Qué nivel. Esto es amistad. El resto, vyrorei.

“Pedir explicaciones” es un decir, porque los ocho personajes tan destacables de la alta sociedad que integran el JEM no le pidieron sustentar - con documentos o al menos un chat de WhatsApp - una sola palabra del cuentito que viene narrando Teresa desde hace un buen tiempo. En vez de “juzgar”, lo que hicieron es “cumplir” y poner paños fríos ante los gritos cibernéticos de la ciudadanía que solicita, hasta ahora, castigo real y contundente para Teresa Sosa y juicio político para Sandra Quiñónez.

Lo que sigue da mil veces más náuseas. Este mismo grupo de honorables y privilegiados decidió “apercibir” y no remover a tres jueces de un Tribunal de Paraguarí - y a una agente fiscal - que el año pasado salvaron de la cárcel a un hombre que abusó sexualmente de su hijastra de 7 años, porque pudieron corroborar que el enfermo mental no introdujo su pene en la vagina de la niña y el himen estaba intacto.

Los ilustres jueces habían comprobado que el padrastro en cuestión la besó, eyaculó sobre su pequeño cuerpito y que metía el pene en la boca de la niña. El Tribunal le pidió que “recapacite” ya que estuvo ocho meses privado de su libertad, pero le garantizó que ya no volvería a la cárcel por ser “un tipo preparado, que habla bien… un mitãʼi porã”.

¿En qué mundo vivimos que podemos normalizar que un tipo meta su pene en la boca de una niña, abusando extremadamente de una inocente? ¿Cómo el órgano extrapoder, independiente, con integrantes que representan “a la Iglesia Católica”, que debe juzgar la acción asquerosa de los jueces, apaña y agranda la asquerosidad cometida?

Dos ministros de la Corte Suprema de Justicia, dos miembros del Consejo de Magistratura, dos senadores y dos diputados son los encargados de analizar el desempeño de jueces, fiscales y defensores públicos. Pero evidentemente las ocho personas que integran el Jurado parecen gozar del simple “cholulaje” y olvidan cumplir sus tareas con responsabilidad y funden, una vez más, a una institución hundida en la corrupción.

El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados en un nido de incompetentes que realizan sus funciones con alto chonguismo y permiten todo tipo de violaciones. Se burlan de todos nosotros. Colaboran para que la justicia en Paraguay siga siendo un simple sueño y mantienen a una larga lista de funcionarios con sueldos superiores a los cincuenta millones de guaraníes.

Estos ocho impresentables que integran el JEM deben ser juzgados, llevados a juicio político, por complicidad absoluta en estos y otros casos más que terminaron en un oparei jefe. Mientras estas roscas, que dan asco y vergüenza, sigan operando en medio de la impunidad seguiremos siendo presos de sus mafias, con la esperanza - desde tiempos inmemorables - de que algún mesías nos libere de sus aterradoras y corruptas garras, nadando en un mar de injusticias.

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