El verdadero Joker

El escenario estaba preparado para el show. Los personajes manejaban al dedillo cada escena del guión. Los protagonistas de la historia encarnaron el papel de una manera envidiable, tanto era así que eran capaces de lograr que el mismísimo Jack Nicholson – quien interpretó al Joker en “Batman” de 1989 - se sintiera intimidado, pese a sus 12 nominaciones a los premios Óscar por su destacable trabajo actoral.

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Ese 28 de febrero, Douglas Cubilla, director del Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi, estaba chocho de la felicidad. Ese día se lanzaba con bombos y platillos un escáner corporal – el único del país – que permitiría controlar a quienes llegaban de países donde la COVID – 19 estaba causando temor y muertes. Todos estaban maravillados con la innovación tecnológica. Trataron de endulzar a la prensa mostrando cómo funcionaba mediante un “simulacro”. Pero algo no cerraba.

¿Cuánto costó? ¿Se alquiló o se compró? ¿Lo adquirió el Aeropuerto o el Ministerio de Salud? Cubilla no estaba en condiciones de improvisar. Tenía que seguir el libreto y darle pie al protagonista de la historia: Édgar Melgarejo, alias Beto, quien hizo su entrada triunfal en esta obra teatral con su capa bien puesta.

“Es una gestión personal del presidente de Dinac”, dijo Douglas, con incomodidad y sin, supuestamente, manejar otros datos sobre el asunto, tratando de zafar de la prensa “rompepelotas” que no estaba satisfecha con la simple instalación de un equipo maravilloso.

Explicó que si la institución pretendía adquirir el equipo, muy costoso según sus palabras, se perdería mucho tiempo debido al proceso burocrático de toda licitación. No podíamos darnos el lujo de tener un aeropuerto funcionando sin los armamentos para un control sanitario. ¡Necesitábamos alguien que nos salve! Por si no quedó claro… recuerden que Beto estaba listo o al menos con el look: entró a escena con su capa.

En ese entonces, según la Organización Mundial de la Salud, el panorama era este: “Del 31 de diciembre de 2019 y el 28 de febrero de 2020, se notificaron 83.631 casos confirmados por laboratorio de COVID-19, incluidas 2.858 muertes, en 51 países”. Paraguay aún no cuantificaba ningún caso. Es decir, mirábamos al nuevo coronavirus desde muy lejos. Mientras, un viejo virus se metía en nuestros bolsillos.

Todo iba perfecto. Muchos medios de comunicación celebraban en sus publicaciones que “al fin” las autoridades se ocupaban de resguardar la salud del pueblo mediante el escáner mágico. Pero publicaciones periodísticas aparecen en la primera quincena de abril y se roban el protagonismo: Dinac compró tapabocas comunes por G. 29.990 cada una, pero las adquirió por G. 2.700, generando una “inversión” de G. 119 millones para el efecto. ¿Quién era el gran negociador que incluso regateaba? El señor de la capa.

La ciudadanía estalló en redes sociales ante semejante robo. La presión fue tanta que Betito tuvo que dar un paso al costado y la Fiscalía debió tomar el asunto con seriedad. Pillaron que la empresa adjudicada estaba a nombre de una joven de 20 años y que los tapabocas – que estaban vencidos – fueron vendidos seis veces antes de llegar a Dinac a empresas de maletín. ¿Y el escáner corporal? No, amigos, no fue un regalo que salió de sus bolsillos. Salió del bolsillo de la Dinac, que pagó por dos termómetros corporales la suma de G. 1.290 millones.

¿En qué momento la hermosa historia del héroe se manchó con la trágica tinta de Shakespeare? Desde el inicio. Históricamente muchos roban sin asco y preparan guiones “bien hechos” para despistar a la prensa. Pero ahora no solo los periodistas buscan la verdad, sino que la ciudadanía ya no está dormida – al menos no tanto – y no tiene interés en que los ladrones sigan operando sin vergüenza alguna.

El “héroe” de esta historia, el que quería hacernos creer que usó su dinero para instalar un escáner que compró irregularmente, está preparando su risa terrorífica para mostrarse como lo que es: el mejor Joker de la historia. Perdón Nicholson. Siga participando (?)

No creo que haya sido el primer gran robo de Betito. Déjenme dudar. Pero robar así en pandemia ya es cosa de puerco, mientras miles de paraguayos no tienen pan para llevarse a la boca. Este ladrón merece el desprecio eterno de la ciudadanía. Que su accionar figure en los libros de historia que van a leer nuestros hijos. Y que se ejecute en esta historia todo el peso de la ley, aunque con el sistema judicial que tenemos, lo veo difícil. Pero ese ya es otro cuento.

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