Mandioca y poroto solidarios

En tiempos de crisis y de momentos muy difíciles para la gente, florecen acciones poco habituales como, por ejemplo, los múltiples gestos de generosidad que están teniendo distintos sectores de la población. Los campesinos más pobres están colaborando también con donaciones de mandioca, maíz, poroto y otros productos hortícolas.

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En varios colegios capitalinos, las organizaciones estudiantiles están realizando campañas de recolección de alimentos no perecederos que separan y ordenan en kits para llevarlos luego a los barrios más carenciados o convocando a los padres de los alumnos de menores recursos de la institución. Esta es una lección de educación cívica y solidaridad que no se aprende todos los días en una escuela.

Los jóvenes de diversas instituciones y localidades también utilizan este tiempo libre de clases para llevar adelante acciones solidarias, como recolección de alimentos, donación de algunos insumos básicos a hospitales públicos, construcción de habitáculos pequeños para los infectados en cuarentena, etc. Estas cosas son muy buenas en el proceso de formación de los adolescentes en camino a ser adultos: ver a los demás, pensar en sus necesidades, salir de la zona de confort y prestar una ayuda de empatía son hechos que contribuyen a la formación adecuada de los futuros ciudadanos que dentro de poco serán responsables de la conducción de la sociedad.

En cuanto a distintos sectores de grupos sociales, culturales, profesionales, amigos de barrios, familias, feligreses, etc., es reconfortante, en medio de esa crisis tan preocupante, ver cómo la gente se esfuerza y prestar una mano solidaria en diversas maneras.

Los vecinos se ayudan con algún alimento que falta, otros se ofrecen para traer cosas del súper, damas o caballeros cocinan una olla popular para gente necesitada y así la dura crisis se va haciendo menos pesada y angustiante.

Claro que no faltan los desubicados, los maleducados, los sinvergüenzas que se burlan o se aprovechan de este drama social, pero esa gente, cual farmacia de pueblo, no tiene remedio. Crecieron en el egoísmo y la maldad y allá ellos con su destino.

Lo recomendable y necesario es que la gente se siga ayudando, continúe alentándose mutuamente, porque parece que la crisis va para largo y el quedate en tu casa da gusto como feriados largos o fin de semana, pero transcurridos los primeros siete días, la paciencia se agota, los nervios se inquietan y el malhumor pretende ocupar espacio. Por ello, debemos seguir alentando y practicando los gestos de solidaridad que no solo benefician a quienes reciben la ayuda sino también a quienes extienden las manos al hacerles sentir útiles e importantes, incluso en tiempo de crisis y necesidad.

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