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En los últimos meses, los incendios forestales han generado una ola de consternación internacional sobre la pérdida de la biodiversidad biológica y de la inmensa riqueza natural de emblemáticos ecosistemas. Los fuertes incendios en la región del Chaco son muy preocupantes.
No se necesita ser un especialista para saber que algo no anda del todo bien. El actual modelo de desarrollo agrícola global está generando un impase entre la necesidad de producir más y la inminente necesidad de hacer frente a los tangibles y preocupantes efectos del cambio climático.
Este enorme desafío nos lleva a la búsqueda de modelos alternativos de producción. En los últimos 30 años han surgido un sin fin de propuestas vinculadas al concepto de la “sustentabilidad,” sin embargo; durante todo este tiempo y desde tiempos ancestrales existe una población que personifica lo que realmente significa vivir en armonía con la naturaleza y el medio ambiente.
Los pueblos indígenas y los sistemas alimentarios indígenas tienen un rol muy importante, ya que dichos sistemas presentan un enfoque integral resiliente al cambio climático en los cuales se combinan prácticas de manejo territorial para la conservación de la biodiversidad biológica, la producción de alimentos de subsistencia, el cultivo de plantas medicinales, la elaboración de artesanías y la conservación de prácticas socio-culturales de orden espiritual. A su vez, en dichos territorios se concentra una gran proporción de la de biodiversidad biológica, -a nivel global los territorios indígenas concentran el 80% de la biodiversidad-, así como alimentos altamente nutritivos y en creciente demanda comercial tales como la quinoa, la moringa y el amaranto. De las 7.000 especies de plantas utilizadas como alimento a nivel global, actualmente únicamente 150 especies son comercializadas y 3 de estas -el maíz, el arroz y el trigo- son responsables por el 56% de nuestra ingesta calórica.
La valorización económica, social, y ambiental de las aportaciones de los pueblos indígenas y de sus inmensos conocimientos relacionados a la conservación ambiental y la producción de alimentos saludables y sostenibles representan una gran oportunidad aún desaprovechada por muchos países de nuestra región latinoamericana.
El patrimonio natural y cultural del pueblo paraguayo, y particularmente de sus 19 pueblos indígenas merece mayor atención e inversión por parte de todos los sectores de la sociedad ya que ante la actual crisis ambiental global que vive la humanidad, los sistemas alimentarios indígenas son una de las mejores estrategias para mitigar el cambio climático. Con un poquito de voluntad, el algarrobo podría convertirse en el nuevo superalimento indígena en la boca de todo el mundo. ¿Por qué no?
Mauricio Mireles
Oficial Regional de FAO sobre Políticas de Pueblos Indígenas e Inclusión Social