Castiglioni y los aliados políticos del Hezbollah

El Canciller Nacional Luis Alberto Castiglioni visitó el Líbano días atrás y aunque tuvo que interrumpir su gira oficial tras el llamado a interpelación que le hiciera el Congreso Nacional por el caso de Itaipú que saltó a luz pública recientemente, tuvo tiempo de reunirse con algunas autoridades de aquel país de la costa del Mar Mediterráneo.

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Castiglioni viajó acompañado de empresarios libaneses que residen en Paraguay, se reunió con personalidades del ámbito económico, industrial y político de dicho país y aunque la visita ya estaba programada, ésta se produjo solo días después que el gobierno argentino de Mauricio Macri se uniera al de Estados Unidos, la Unión Europea, Israel, Arabia Saudita y otras naciones del medio oriente, quienes consideran oficialmente al grupo libanés Hezbollah, principal fuerza política, paramilitar y brazo armado de Irán en la región, como una organización terrorista.

Estados Unidos había expresado su deseo que tanto Brasil y Paraguay se unieran a la decisión argentina para ayudar a frenar el financiamiento al terrorismo global desde la zona de la Triple Frontera.

En su cuenta de twitter, el Canciller nacional anunció que se había reunido con importantes autoridades libanesas. Veamos quienes son las autoridades a quien Castiglioni menciona en su tuit.

Saad Hariri, Primer Ministro del Líbano y miembro del partido Movimiento al Futuro, de tendencia musulmán sunita. Había renunciado al cargo desde Riad, capital de Arabia Saudita, con cuya familia real tenía importantes vínculos económicos pero regresó al Líbano y dio marcha atrás a su renuncia. Desde entonces se ha aproximado a Irán buscando más apoyo regional a su gestión que a decir de analistas políticos regionales, busca fortalecer las instituciones y debilitar a los partidos políticos. En otros tiempos fue enemigo del Hezbollah, a quienes acusó de haber asesinado a su padre, Rafik Hariri, cuando éste era Primer Ministro del país en el año 2005.

Nabih Berry Presidente del Parlamento libanés y líder del Movimiento musulmán chiita Amal, aliado pleno del Hezbollah desde su creación. Ambos suman 30 escaños en el Parlamento libanés, dando mayoría al grupo político y paramilitar proiraní.

Gebran Bassil, Canciller libanés, perteneciente al Movimiento Patriótico Libre, de tendencia cristiana maronita y aliado del Hezbollah desde el 2006.

Este es el mismo Gebran Bassil a quien el ex Ministro de Justicia del Líbano, Ashraf Rifi, acusó a comienzos de julio de este año, de participar en actos generalizados de corrupción, recibiendo sumas de dinero de manera periódica desde Irán.

Rifi incluso dio algunos detalles muy puntuales del hecho. Dijo que el dinero se había transferido al Líbano en cajas que tenían escrito "Media Luna Roja Iraní " y que Bassil recibió y transfirió personalmente esas cajas.

Estos pagos fueron por proporcionar “cobertura cristiana” a las armas iraníes del Hezbollah. Según la Constitución libanesa, el cargo de Presidente, Primer Ministro y Presidente del Parlamento deben ser ejercidos por ciudadanos cristianos maronitas, musulmán sunita y chiita, respectivamente.

Líbano se encuentra hoy cerca del ojo de la tormenta de una conflictiva situación geopolítica mundial, al convertirse en los últimos años en un peón de Irán en este juego de influencias perversas al que está sometido de manera constante la región del Oriente Medio.

El pequeño país de la costa mediterránea está bajo control del Hezbollah, un partido político y un poderoso brazo armado islamista que responde fielmente a las órdenes de la Revolución Islámica de Irán, al punto de estar involucrado abiertamente en la guerra civil siria, luchando a favor del dictador Bashar al Assad contra las fuerzas rebeldes desde el 2011.

Irán, económicamente está con la soga al cuello luego que Donald Trump diera marcha atrás al Acuerdo Nuclear firmado por su antecesor Barack Obama. El acuerdo le permitía a Irán reactivar su economía al abrírseles nuevamente los mercados mundiales para su petróleo a cambio de disminuir el enriquecimiento de uranio y permitir el control de su polémico programa nuclear, al que Estados Unidos e Israel acusan de avanzar hacia la construcción de armas nucleares.

La negativa de Trump de continuar con el acuerdo, cerró a Irán los principales mercados al crudo que producen y además fueron impuestas sanciones económicas no solo al país, sino a sus líderes y a los países o empresas que comercien con ellos.

Hoy mismo el Líbano está en manos del Hezbollah y este grupo, en los brazos de Irán. Un ejemplo de esta situación se generó hace varios días cuando Hassan Nasrallah, líder del Hezbollah, “autorizó” al gobierno del Líbano a negociar con Israel y EEUU, el estudio de la frontera sur del país, advirtiendo que no renunciaba a una situación bélica con Israel.

El movimiento radical político y paramilitar, Hezbollah (Partido de Dios, en árabe) fue creado en 1982 como respuesta a la invasión israelí al Líbano, recibe apoyo financiero y militar de Irán a cambio de participar como su brazo armado en diversos países donde los iraníes buscan influir.

Se estima que disponen de un arsenal de 150 mil cohetes de corto o mediano alcance y sus fuerzas militares se desplazan entre la frontera de Siria y el Líbano donde actualmente combaten a los opositores del dictador sirio Bashar al Assad mientras se preparan para una guerra total contra Israel. Analistas militares israelíes no dudan que será contra el Hezbollah, la próxima gran guerra que librarán en la zona y saben que no la tendrán fácil porque el grupo se ha preparado convenientemente y ha reforzado su poder con el entrenamiento que supone combatir en Siria desde hace años.

En la región de la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay) operan activamente en negocios ilícitos desde donde envían activos que ayudan a financiar el grupo y varios de sus miembros ya han sido detenidos y extraditados a los Estados Unidos por diversos crímenes transnacionales.

Han sido acusados de haber participado en el atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994 y operan sin problemas también en Venezuela, desde la llegada de Hugo Chávez al poder, a través de uno de los hombres fuertes del régimen de Nicolas Maduro, Tareck el Aissami, varias veces sancionado por los Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico y el terrorismo.

Castiglioni afirma que fue en busca de oportunidades para el Paraguay y aprovechó para impulsar un acuerdo de Libre Comercio entre el Mercosur y el Líbano, casi el mismo discurso que dio a los pocos días de iniciar su gestión, cuando anunciaba la apertura de la embajada del Estado Palestino en Asunción y el traslado de la sede diplomática paraguaya desde Jerusalén a Tel Aviv, reviendo la decisión del gobierno anterior y generando una crisis entre ambos países.

Semanas después el sitio web de la Cancillería de la República Islámica de Irán publicaba una fotografía del encuentro del canciller paraguayo con su par iraní, Mohammad Yavad Zarif durante la 73ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde habrían conversado acerca de cuestiones comerciales entre ambos países.

Por cierto, la causa palestina también es apoyada por Hezbollah e Irán y lo ponen en práctica a través del movimiento radical Yihad Islámica, que opera sin control desde la Franja de Gaza.

Quizás la cuestión tan delicada del “Itaipu-Gate” que surgió la semana pasada, desvíe un tanto la atención a nivel local del viaje de Castiglioni para reunirse con empresarios libaneses así como también con los aliados del Hezbollah en el Líbano.

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