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La doctora Luz María Quintana, jefa del Programa Nacional de Salud Ocular, explicó que los anteojos denominados de sol que utilicen solo deben ser aquellos que se comercialicen en las ópticas y bajo receta médica, pues solo estos son los que de verdad protegen a los ojos. Los supuestos lentes de sol que se venden en las calles, que en realidad son solo un plástico obscuro sin ningún tipo de protección, son en realidad muy perjudiciales para la vista.
La profesional explica que al poner un objeto obscuro ante los ojos, la pupila se dilata y hace que más rayos ultravioletas se filtren, causando aún más daño de lo que se daría si no utilizáramos ningún lente.
Otro factor que se debe tener muy en cuenta es el tamaño correcto que deben tener los lentes de sol. La profesional explica que es necesario que los anteojos cubran la vista hasta las cejas. Por fortuna, los marcos grandes volvieron a estar de moda, pues favorecen bastante a la protección total de la pupila.
Cuidarse con lentes auténticos de óptica es fundamental porque la exposición permanente al calor puede provocar enfermedades como cataratas, carnosidad en los ojos o párpados, e irritaciones.
Además, existe una serie de hábitos que se deben tener en cuenta para mantener los ojos libres de distintas enfermedades producidas por contaminantes externos.
-No se toque los ojos con las manos sucias o sudorosas.
-No comparta toallas con miembros de su familia o extraños.
-Si tiene que limpiarse lágrimas o alguna otra molestia, utilice siempre pañuelos desechables.
-Si se da un baño en al piscina, por más que sea su pileta particular, evite que las aguas entren en contacto con el ojo.
Entre las consultas más frecuentes que reciben los oftalmólogos en los consultorios dependientes del Ministerio de Salud, se registran casos de conjuntivitis bacteriana (o por contagio o alérgicas). Este cuadro se produce principalmente cuando se utiliza cloro en exceso en la piscina, y se caracteriza por la aparición de secreciones blanquecinas. Se recomienda utilizar gotas descongestivas o lágrimas artificiales, pero estas no pueden ser automedicadas, sino recetadas por un oculista.