La UPH recibe “entre tres y cuatro peticiones de reparación al año”, aunque el trabajo de este equipo, conformado por ocho personas, se realiza iglesia por iglesia, y en la actualidad se centra en la de San José Esposo, en la localidad de Valenzuela, departamento de Cordillera, a unos 100 kilómetros de Asunción.
De ahí, pasarán a la iglesia de San Agustín, en Emboscada, a unos 30 kilómetros de la capital, “que ya fue intervenida por unos italianos”, pero que necesita atención de nuevo.
En la agenda también está pendiente el templo de Altos, a unos 50 kilómetros de Asunción, y la iglesia de la Santísima Trinidad, en la propia capital paraguaya, y de la que ya se restauraron sus retablos, su imaginería y su bóveda en el pasado.
“No vale la pena restaurar si no se va a conservar”, lamentó Mármol al constatar que algunos de los 16 templos intervenidos por la UPH desde 1966, fecha de su creación, requieren de nuevo la presencia de los restauradores.
Mármol explicó a Efe que el estado del patrimonio paraguayo que corresponde a su unidad, bienes muebles de origen franciscano y jesuítico, se encuentra en esa situación “por desconocimiento” de las personas encargadas de su cuidado.
La coordinadora se refirió en concreto a las tareas de limpieza de los retablos y la imaginería, que en muchas ocasiones, y a pesar de las buenas intenciones, se realiza sin tener en cuenta el material y el valor de esas obras. “Estamos queriendo educar al pueblo en cómo se va limpiando. El patrimonio es fabuloso, pero lo que se cae ya no se repone, por falta de educación”, agregó.
Las peticiones de restauración llegan de distintas partes del país, pero deben contar antes con el visto bueno de un comité local y con la firma del párroco de esa iglesia y el obispo de la diócesis, más la aprobación de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) y de la Secretaría Nacional del Cultura (SNC).
Una vez recibidos los documentos, el equipo de Mármol se traslada hasta el lugar y verifica “in situ en qué estado está” el patrimonio, para después elaborar un “protocolo de intervención”, con un “estudio histórico”.
“Utilizamos la técnica italiana, que es la de menor intervención posible”, precisó Mármol.
La experta detalló que el trabajo de su equipo no consiste en “repintar”, sino en “recuperar la policromía”, y calificó esa tarea como “un trabajo de orfebrería”.
“Tiene que quedar como el original, por eso nos lleva muchísimo tiempo”, señaló.
En el caso de la iglesia de San José Esposo, la restauración se ha demorado más de tres años para devolver el brillo a las más de 1.000 piezas que componen un retablo que se presume “el único del país de estilo rococó”, con reminiscencias “casi lusitanas”.
“Es de 1758 más o menos y tiene muchísimo valor. Conllevó un trabajo muy minucioso porque hay que ir desmontando y presentaba un problema de pérdida de verticalidad (inclinación)”, destacó Mármol.
Mármol avanzó que ahora comenzarán la reparación de la bóveda, con lo que el trabajo en esta iglesia se considera cubierto en un 90%.
Solo falta el 10% restante para poner fin a las tareas de restauración que comenzaron en 2014 para devolver el esplendor a este templo declarado patrimonio histórico de Paraguay, de aspecto austero y contenido en su exterior, pero desbordante de ornamentación barroca entre sus muros.