Una vez al mes jóvenes asisten a misa

Una de las actividades que se realiza en los centros carcelarios como parte de la política de humanizar las penitenciarías es facilitar que los reclusos puedan participar de celebraciones litúrgicas como la misa.

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La participación de las celebraciones religiosas se hacen de tal modo a que la formación y acompañamiento religioso les pueda ayudar a sobrellevar la situación de encierro, así como también permitirles reflexionar sobre la transgresión que cometieron.

La participación de actividades religiosas permitirá a los reclusos contar con una alternativa que los ayude a dignificar su vida y que les garantice el goce efectivo de sus derechos fundamentales. Tendrán oportunidades factibles de resocialización y transformación.

Orlando Castillo, director del Servicio de Atención a Adolescentes Infractores, explicó que 16 jóvenes de La Esperanza asisten el primer domingo de cada mes a la misa en Ypacaraí, en el santuario de la Virgen de Schoenstatt.

También los internos del Centro Educativo Integral Itauguá, unos 150 menores, tienen la oportunidad de oír misa una vez al mes, pero en el mismo centro reclusorio. Los mismos incluso interactúan en la celebración como monaguillos, dirigidos por el padre Pedro Kuhlcke.

Reclusos de ese centro trabajan con la comisión de jóvenes del movimiento de Schoenstatt. Incluso la comisión de jóvenes de ese sector católico apoya el acompañamiento a los jóvenes tanto del Centro Educativo de Itauguá como a los de La Esperanza.

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