Una cárcel que no da más

La cárcel de Tacumbú está abarrotada de convictos, quienes pasan sus días en medio del hacinamiento en el presidio. La prisión está colapsada con el triple de su capacidad original. [Vea las infografías]

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La cárcel de Tacumbú, la principal de Paraguay, fue inaugurada en 1956 con capacidad para 800 reclusos. Con las reformas edilicias aumentó su aforo a 1.500 convictos, pero hasta este miércoles la cifra llegó a 3.844 personas.

Los pabellones están repletos, prácticamente no quedan colchones para los convictos, y los que tienen menos suerte deambulan por los pasillos en busca de un lugar.

El patio prácticamente es intransitable, debido a la cantidad de reclusos que están en el lugar, viendo pasar las horas en medio del ocio y el aburrimiento.

Por día ingresan a la cárcel un promedio de 20 reclusos, mientras que salen (en libertad) un estimado de 8 a 10 personas a diario, contó el director del lugar, el abogado Artemio Vera.

Pese a todos los esfuerzos de los gobiernos de turno por descomprimir el lugar, éste sigue siendo uno de los más repletos y tenebrosos de la región.

 

Desde el 22 de octubre de 2010 hasta julio de 2013, de Tacumbú fueron trasladados 2.600 reclusos a otras cárceles del Paraguay como la de Misiones, Pedro Juan Caballero, Encarnación, Concepción, Coronel Oviedo, Emboscada y la penitenciaría “La Esperanza”, según un informe del Mecanismo Nacional de Prevención de Tortura (MNP). Nada de esto sirvió para paliar el hacinamiento.

El 3 de enero de 2011, el aquel entonces ministro de Justicia y Trabajo, Humberto Blasco, anunciaba a la prensa que el presidente Fernando Lugo (actual senador) ordenaba el cierre definitivo de la cárcel de Tacumbú. Los reclusos iban a ser trasladados a la prisión de Emboscada. Parecía ser una solución, pero la realidad sería otra.

Al final, el cierre no se concretó ni con el gobierno de Lugo ni con el de su sucesor, Federico Franco. Tampoco hay intenciones por parte del actual gobierno, aunque sí existen proyectos concretos para paliar la situación.

La primera medida de la ministra de Justicia y Trabajo, Sheila Abed, es la separación de los condenados y procesados, quienes actualmente están mezclados en la cárcel de Tacumbú.

La penitenciaría cuenta con 762 condenados y 3.057 procesados -ambas cifras hasta julio pasado- que conviven en los pabellones del presidio.

Artemio Vera explicó a ABC Color que los condenados serán trasladados en su totalidad a los pabellones A, C, E y F, que están en el sector denominado “Libertad”.

Una muralla dividirá a los procesados de los reclusos del sector “Libertad”, quienes recibirán sus visitas a través un pasillo que será abierto en la penitenciaría “La Esperanza”, contigua a la cárcel de Tacumbú.

Las obras edilicias para separar a los procesados y condenados estarán a finales de octubre o a comienzos de noviembre próximo, aseguró Artemio Vera.

Alimentación

Otro problema que será revisado por las autoridades es la alimentación que reciben los reclusos en el lugar. Actualmente, no hay un organismo que controle la calidad de alimentos que ingieren los presos, ni tampoco una dieta a seguir para una efectiva rehabilitación.

La comida es preparada a leña, por lo cual una de las medidas de Justicia y Trabajo será la instalación de cocinas eléctricas, indicó Vera.

En conversación con radio Canal 100 FM, la ministra de Justicia y Trabajo, Sheila Abed, dijo que el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) colaborará con la cárcel de Tacumbú para la elaboración de un programa de nutrición que beneficie a los reclusos.

El nuevo director de Salud de la cárcel de Tacumbú, el médico Felipe Osvaldo Benítez, con autorización de Artemio Vera, dispuso el traslado de 25 reclusos enfermos de tuberculosis a un sector especial de la prisión de Emboscada.

Con esta medida se descongestionó una ínfima parte de Tacumbú, se evitó contagios y se consiguió que los enfermos reciban el tratamiento médico adecuado, puntualizó Vera.

La cárcel de Tacumbú es como un “mundo aparte”, donde casi 4.000 reclusos intentan pasar sus días en espera de la libertad, en medio de la humedad, el calor y la incomodidad existentes en el sitio.

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