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Contagiada por el entusiasmo juvenil, la “abuela servidora” se mantuvo en la Costanera, casi sin dormir, desde las 22:00 del sábado. Poco importaron sus implantes de platino en una pierna y un brazo al momento de poder compartir con los jóvenes de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Mariano Roque Alonso, quienes son como su familia.
“Siempre voy a ser servidora, desde chiquitita hasta ahora estoy trabajando con la parroquia. Todos los jóvenes me dicen 'abuela del corazón'. Estoy muy contenta con ellos, me contagian la alegría”, mencionó. Señaló además su esperanza en que la visita del papa Francisco “va a mejorar nuestro pueblo”, al tiempo de generar un cambio en los jóvenes.
Asimismo, recordó que en el aeropuerto, los jóvenes que la acompañaban estaban muy emocionados y lloraron, mientras ella se mantuvo “contenta y alegre”. Viuda desde hace 22 años y sin hijos, doña Juana señaló que su comunidad es su gran familia y que está siempre lista para el servicio.