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En el año 2004, los cuerpos acribillados de los hermanos Orlando y Javier Glitz Velázquez fueron hallados detrás del parque Ñu Guasu, en Luque. Las víctimas eran conocidas en el mundo policial por ser supuestos asaltantes.
La fiscala Celeste Campos Ross investigó el caso y los indicios apuntaron al aquel entonces jefe de la comisaría 3ª Central, comisario José Dolores Amarilla. Supuestamente, el doble homicidio fue porque el jefe policial quería el botín de un atraco.
En marzo de 2006 se hizo el juicio oral y público, donde el Tribunal de Sentencia cuestionó a la fiscala Campos por su pobre trabajo en el caso. Finalmente, el comisario Amarilla fue absuelto.
Tres años después, el comisario José Dolores Amarilla volvió al tapete, pero como jefe del Departamento de Antinarcóticos de la Policía.
El jefe policial acusó al fiscal Francisco José De Vargas de haber impedido un operativo para la detención del presunto narcotraficante Jarvis Chimenes Pavâo.
De Vargas respondió que el comisario pidió el operativo al momento en que la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) estaba a punto de atrapar el sospechoso, lo que se concretó meses después.
En medio del incidente con De Vargas, molesto por la negativa del Ministerio Público, Amarilla acusó de “recaudador” al aquel entonces subcomandante César Carrillo.
Sus declaraciones le valieron nueve días de arresto en la Agrupación Especializada y estar en el “freezer” durante varios meses.
Mientras estaba arrestado, dos desconocidos a bordo de una moto balearon su residencia ubicada en Villa Elisa. No hubo heridos en el atentado.
Sus últimos cargos fueron las jefaturas en la comisaría 24ª, 4ª y 6ª de Asunción, hasta llegar a Orden y Seguridad del departamento Central.
Amarilla es uno de los sindicados de haber robado G. 1.850 millones pertenecientes a la empresa Prosegur. También existen otros cinco policías sospechosos.
Con todos sus antecedentes, igual ascendió e incluso llegó a estar en la comisaría 6ª metropolitana, en cuya zona se encuentra la residencia presidencial Mburuvicha Róga.
Pasaron varios jefes policiales, pero con casi 30 años de servicio, Amarilla casi fue un intocable en las filas de la Policía.