Cargando...
El veredicto se dio a conocer el 9 de mayo pasado, a través de un certamen realizado en el Centro Paraguayo Japonés (CPJ). El jurado estuvo integrado por el maestro Enrique Alfonso, el padre Nilo Zárate, el maestro Luis Álvarez, el maestro Miguel Ángel Echeverría, la cantante lírica Cristina Vera, la cantante Ana María Barrios, la cantante lírica Silvia Mariella y la hermana Enriqueta Poirier.
En el segundo puesto había quedado la canción Gracias, papa Francisco, de Marcelo Jiménez (de Coronel Oviedo), y el tercer puesto fue para la composición también llamada Gracias, papa Francisco, de Luky Alfonso.
La canción ganadora lleva la firma de Christian Arzamendia, de 39 años, quien llevó su creación a sus compañeros del "supergrupo" Nazarenos: un conglomerado de artistas de las bandas católicas Jerichó, Shemá, Jordán, entre algunos solistas.
Según expresiones del autor, la canción buscó transmitir "el sentir propio como paraguayos de la alegría de tener entre nosotros la visita de este apóstol del Señor", además de contemplar "lo que el Papa enseña, tanto en sus actitudes como en su palabra".
El track fue grabado en los estudios Spirit and Sound, a cargo de la producción y arreglos de Sergio Cuquejo, productor de álbumes de artistas como Rolando Chaparro, David Portillo, entre otros.
Apenas dado a conocer el veredicto, el video de la canción -realizado por Shemá Producciones- no tardó en dispararse en visitas. En apenas dos días, las visualizaciones subieron de 200 a 40.000, generando un impacto mediático a través de portales latinoamericanos como Todo Noticias (TN), Infobae, La República y Panamericana y La Razón.
En mayo de 1988, una canción proveniente desde Villarrica había conquistado el corazón de la comunidad católica. Se trataba de Gracias, Su Santidad, la canción que escribió Miguel Gómez -fallecido en 2015, a los 44 años- e interpretada junto a sus hermanos, integrantes de la formación Los Gómez. No le habría tomado más de 15 minutos a su autor terminarla, según recuerda Mario “Tesorí” Gómez, su hermano y único sobreviviente del grupo.
La canción no solamente identificó a los paraguayos, sino que logró emocionar al mismo Juan Pablo II: el actual santo volvió a pedirla después de su interpretación y hasta la llevó para musicalizarla en la Radio Vaticano. Como dato anecdótico, los músicos villarriqueños viajaron -con pasajes pagos- para recorrer por diez días la capital italiana.
26 años después, Mario Gómez se inspiró en la figura del papa Francisco para escribirle una composición: Mensajero de la alegría y de la paz, canción que fusiona creativamente géneros diferentes como la guarania, la polca, el rock latino y el tango.