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Analía*, una adolescente de 16 años y estudiante de secundaria, paseaba esta mañana por el Jardín Botánico. Fue con compañeros de colegio, pero luego se separó del grupo. Según contó más tarde a la Policía, en uno de los caminos, cuando iba sola, un hombre mayor la abordó.
Lucio Adorno Martínez, de 51 años de edad, es el sospechoso y ahora se expone a una pena de hasta 10 años de cárcel. La joven relata que el hombre la sujetó de la mano y, contra su voluntad, empezó a tocarla en distintas partes del cuerpo.
La adolescente logró zafarse y correr hacia la calle. Allí encontró a agentes de la agrupación motorizada Lince y les contó lo ocurrido. Intervinieron, buscaron al sospechoso y lo encontraron oculto en un yuyal, según indica el reporte. Quedó arrestado, los policías redactaron un parte y calificaron la agresión como "acoso callejero", pero penalmente, para el Ministerio Público el caso se caratuló como uno de coacción sexual.
La investigación está a cargo de la fiscal María Teresa Ruíz Díaz, de la Fiscalía barrial Nº 7. Contó que este martes, tras escuchar la declaración de la víctima, decidirá su corresponde presentar o no imputación contra Lucio Adorno Martínez.
Grupos que defienden los derechos de la mujeres recalcan que rozar o tocar a una mujer en la calle, ya sea las nalgas, pechos, piernas u otras partes del cuerpo, aun se percibe como una costumbre varonil y no como una forma de violencia. También, se lo incluye en el acoso callejero; pero a diferencia de los comentarios soeces, que la ley no castiga, el contacto físico puede configurarse en un crimen.
La coacción sexual simple se castiga con sanciones que van de seis meses a 10 años de prisión, aunque hay mecanismos legales para atenuar la pena o escapar del proceso en casos no graves. Asimismo, hay muy pocos que han llegado a los estrados judiciales y uno de los más sonados fue el de Fiorella Migliore.
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En el 2014, Migliore iba por la calle pedaleando una bicicleta cuando sintió una nalgada. Fue un desconocido que iba en una camioneta. Alcanzó al vehículo y grabó a su agresor, identificado después como Héctor Oviedo. El video se viralizó e intervino la Fiscalía. El hombre fue procesado por coacción sexual y más adelante reconoció haber cometido el delito y, con el consentimiento de la víctima, se llegó a un acuerdo con la Justicia. El caso culminó en una donación de alrededor de G. 500.000 a la organización Kuña Aty y una disculpa pública.