Un arte singular

Carlos Hernández (23) es un joven pintor cubano que desarrolla un arte particular: imitación de madera sobre cualquier superficie. Vive en Paraguay desde hace tres años. Su trabajo combina lo estético con lo funcional.

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Primero sus padres y hermanas llegaron desde Cuba y se radicaron en nuestro país, aquí encontraron un ambiente favorable para vivir y trabajar. Más tarde, Carlos y su esposa decidieron también dejar La Habana y unirse a ellos. Hoy se afianza tanto laboralmente como en afectos.

Carlos terminó el bachillerato y luego se dedicó al trabajo de pintura. “Esto comenzó con mi abuelo, que era militar retirado, cuando otro señor le enseñó la técnica que estaba aplicando en el Capitolio”. El Capitolio Nacional de La Habana es un edificio construido en 1929 y es una réplica del de Estados Unidos. “Ese señor se encargaba de las restauraciones de la pintura, entre ello, imitación de la madera. Se lo enseñó a mi abuelo, y éste a su vez lo transmitió a sus hijos; así, mi padre me lo enseñó a mí”. La técnica quedó en manos de los Hernández, “nosotros la perfeccionamos, cada uno le da su propio estilo”.

Nuestro entrevistado dice que en esto no hay secretos, solo saber manejar los químicos. “El cliente escoge la madera que más le guste, por ejemplo, una imitación de lapacho o paraíso, y sobre qué superficie la quiere. Las maderas me las sé todas”. Seguro de la calidad de su trabajo, afirma con serenidad: “En You Tube no vas a encontrar nadie que haga este trabajo. Hay imitaciones, pero ninguna es la réplica exacta, tal como la sacamos nosotros”.

El arte de imitación de la madera requiere un preparado especial, “son fórmulas que confeccionamos personalmente con pinturas, algunas las trajimos de Cuba y otras las compramos acá. Con esa fórmula dibujamos a pincel. No es un trabajo que pintas y ya, sino que lleva muchas horas, depende de los metros cuadrados y la complejidad, generalmente tardo 1 o 2 días. Todo queda tan real que la persona tiene que tocar para saber que no es madera”.

Esta pintura puede aplicarse para la renovación de todo tipo de muebles (cocina, juegos de living, roperos), paredes, pisos, hasta autos y heladeras o lo que se desee. “Lo más raro que me pidieron acá fue pintar un techo (que casi todos lo prefieren blanco)”

Sobre la durabilidad, explica que esta pintura no se desgasta. Por los químicos que utilizan, la pintura se mantiene intacta, “es bien resistente porque se trabaja con diferentes fases, una encima de la otra. Se termina con una especie de resina; queda una superficie gomosa que se puede tocar y, salvo que se dañe con algo punzante o se raspe a propósito (todo eso tiene reparación), se conserva muy bien. También se puede lavar y es mucho más resistente que las pinturas convencionales para pared. La función de la pintura es estética pero también de protección”. Comenta que en Cuba, por la alta humedad de la isla, por el salitre que carcome el hierro, requerían mucho de sus servicios para conservar puertas y ventanas. “En Paraguay tenemos un clima seco, así que las pinturas se degradan menos”

En cuanto a la creatividad de las formas, expresa que los diseños son suyos, inspirados en la madera que elija el cliente. “En la madera cortada por los carpinteros nunca quedan las vetas completas, sino partidas, no completan los nudos. Yo hago esos nudos como si realmente se hubiera cortado completo, de esa manera creo la perfección”.

La especialidad de Carlos es la madera, pero hace todo tipo de pinturas y terminaciones en exterior e interior (grafiato, enduido, terminaciones con yeso, etc.). “Me tomo el tiempo que se necesite, trabajo desde la base (raspo, lijo) para que la pintura tenga durabilidad, que agarre”.

Comenta además que los pinceles y brochas que se utilizan para la imitación de la madera son los comunes. “El valor está en las pinturas, que son fuertes y de gran grosor”, finaliza.

“Me quedo en Paraguay” 

Carlos lleva años trabajando en su especialidad y pasión creativa. Su sorprendente habilidad artística aquí se conoce por referencias, “todavía no manejo bien las redes sociales, estoy empezando en ese mundo, yo vengo de un país donde internet existe, pero no en la medida de otros países”

-¿Cómo era tu ritmo de trabajo en Cuba?

-Teníamos agenda llena, hasta por 2 y 3 meses, trabajábamos para instituciones grandes, empresas, hoteles. Cuba tiene cosas muy buenas, sobre todo salud y educación, pero con mi familia veníamos buscando otra vida en el aspecto social y religioso. Extraño Cuba, pero solo quiero ir de visita. He recorrido parte de Brasil, también estuve en Bs. As., anduve bastante, pero elijo Paraguay. Además, mis hijos, salvo Vidalina (4), ya son paraguayos, Carlos Daniel (2) y las gemelas Yohanis Abigail y Belinda Saraí (meses). Este es un país muy solidario, eso es lo que más me gusta”

 

 

 

 

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