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Actualmente miles de personas trabajan de manera directa e indirecta en la basura y con la basura. En medio de la basura trabajan los 600 gancheros (censados) de Cateura, quienes todos los días seleccionan los residuos directamente desde el vertedero, según confirmó a ABC Color, la jefa de la Dirección de Servicios Urbanos, Stella Maris Azuága, quien asumió hace poco más de un mes.
En la citada dirección trabajan 1.700 personas, de las cuales 1.480 se dedican a la recolección, precisó Azuága.
Jorge Abbate, director ejecutivo de Gestión Ambiental, indicó a este medio, que de acuerdo con sus cálculos, entre 2.000 a 3.0o0 personas se dedican al reciclaje directamente desde las casas, recorriendo las calles con carritos y vendiendo lo que reciclan a intermediarios -quienes se quedan con la mejor parte del dinero-, y estos a su vez llevan la basura a las empresas que compran materiales reciclados.
Si bien existen varias organizaciones que aglutinan sobre todo a los reciladores, no hay un proyecto o programa municipal que los aglutine y les brinde mejores condiciones de trabajo, sobre todo lo que a sanidad se refiere para procesar las aproximadamente 21.000 toneladas de basura que se generan en Asunción.
El último estudio volumétrico indica que Cateura tiene capacidad para verter basura por los próximos dos años, aunque ya se encuentra en construcción el nuevo relleno sanitario en el distrito de Villa Hayes, donde apenas se tengan todos los permisos correspondientes, serán vertidos los residuos.
Según Azuaga, desde hace más de 2 años vienen presentándose desde el sector privado, ideas de proyectos para ver cómo recuperar el sitio donde funciona Cateura, pero hasta ahora nada que cumpla con todos los requisitos como para el análisis real de una posible implementación.
Hace un par de años se intentó implementar en Cateura el proyecto Procila, que mediante un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pretendía la erradicación paulatina del trabajo de los gancheros, mediante la gestión adecuada de residuos sólidos, que comprendan la separación en origen, recolección selectiva, clasificación final de materiales reciclables y posterior venta de los mismos, seún explicó Abatte.
No fue posible implementar el proyecto, según Abbate porque los líderes de las organizaciones de gancheros cobran un canon a todos los que ingresan a trabajar como tales dentro de cateura, aunque en aquel entonces los ganchceros dijeron que no se cumplió con todos los estándares prometidos en el programa.
Actualmente procicla sigue funcionando, pero cambiaron de estrategia, trabajan con unas 50 empresas y 12 barrios de la capital que se encargan de segregar los residuos orgánicos de los reciclables y en la planta de procicla, en Luque, se hace una selección más fina, higiénica y en mejor ambiente.
Luego esos residuos son vendidos a empresas que compran y procesan los materiales reciclables.
"La Municipalidad no hace absolutamente nada con respecto a este tema", aseguró Abbate, para quien la solución radica en que la Municipalidad de Asunción emprenda una campaña de educación, para que la ciudadanía aprenda a seleccionar y separar el material orgánico de lo reciclable.
Dijo que la basura debe ser recicladas por ejemplo de la siguiente manera, en bolsas negras todo lo que sea material orgánico, en verdes o amarillas lo que es reciclable, y en caso de que haya personas que no puedan o no quieran segregar, el municipio debería cobrarles más impuestos por ese trabajo.
Los vertederos clandestinos representan un verdadero problema en Asunción, donde la Comuna tiene detactados 65 vertederos clandestinos, algunos en plena calle, en distintos barrios de Asunción.
Cabe recordar que arrojar basuras a la vía pública es un delito que debería estar controlado por la Dirección del Medio Ambiente, donde intervienen la Secretaría del Ambiente y la Fiscalía.
De acuerdo con los datos proveídos por Azuága, la Dirección de Servicios Urbanos necesita una reestructuración organizacional, así como mayor presupuesto, renovación de flota de camiones, mejorar los procedimientos, verificación y monitoreo del trabajo, pero sobre todo, la colaboración de la ciudadanía para conocer y aplicar las reglas de horarios y días de recolección