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El temporal que azotó Horqueta, en Concepción, el pasado 4 de abril, encendió la alarma en cuanto a la posible prevención de fenómenos climatológicos en nuestro país. Dos personas murieron y más de 5.000 personas quedaron damnificadas. El evento fue clasificado como un “tornado de tipo uno” por la Dirección de Meteorología.
Julián Báez, director de Meteorología, comentó a ABC Color que si bien existe un “corredor” de tornados en algunos departamentos, toda la Región Oriental de nuestro país puede sufrir los embates de este fenómeno.
Los departamentos en donde existe un “corredor” para los vientos que alcanzan la categoría de tornado son: Itapúa, Caazapá, Caaguazú, parte de Guairá y Alto Paraná. El hecho ocurrido en Horqueta demuestra que este fenómeno también puede registrarse en otros departamentos de la Región Oriental.
Los meses en donde el clima es más proclive a generar tornados en el Hemisferio Sur son marzo y abril (inicio del otoño) y setiembre, octubre y noviembre (primavera). Los tornados se miden en una escala que se llama “Fujita-Pearson”. La escala “F1”, que sufrieron los horqueteños, está caracterizada por vientos que van desde los 117 a 181 kilómetros por hora.
El cóctel para “generar” un tornado es el calor junto con la humedad. Esto produce el desequilibro atmosférico que deriva en los vientos fuertes.
Consultado sobre si la deforestación en ciertas zonas puede hacer que se generen más tornados, Báez dijo que no, pero sí puede desequilibrar la frecuencia de las precipitaciones.
Julián Báez afirmó que si bien estos fenómenos no se pueden detener, sus consecuencias sí se pueden paliar. Contó que la Dinac tiene un radar meteorológico que funciona en el campus de la Universidad Nacional de Asunción, desde allí, su alcance para medir las precipitaciones es de un radio de poco más de 300 kilómetros, y su función para detectar los vientos solo alcanza unos 200 kilómetros.
La necesidad es imperiosa para cubrir toda la Región Oriental. Hace falta un radar más en Concepción y otro en el sur, Caaguazú, Caazapá o el norte de Itapúa.
El precio de estos radares, sin los gastos de implementación, es de US$ 3.000.000 (unos G. 15 mil millones cada uno). Una cifra alta, pero no imposible de pagar, señaló Báez.