“Las heridas siguen abiertas”

Marcelo Mancuello, hijo de uno de los tantos desaparecidos por la dictadura en Paraguay, testificó en el juicio Plan Cóndor de Argentina. Su padre no está entre las víctimas tenidas en cuenta en este proceso, pero sus datos sirvieron para otros casos.

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El padre de Marcelo Mancuello estaba en prisión.

La madre de Marcelo Mancuello estaba en prisión.

Marcelo Mancuello nació en prisión.

Marcelo no conoció a su padre.

Marcelo Mancuello es hijo de Carlos Mancuello, a quien la Policía de Alfredo Stroessner, dictador de Paraguay, apresó en noviembre de 1974. Lo último que supo de su padre mediante documentos hallados a través de investigaciones, es que probablemente fue asesinado el 21 de setiembre de 1976. Para ese entonces, su madre, la argentina Gladys Ester Ríos de Mancuello ya había sido entregada a la Policía argentina por el gobierno paraguayo. La Operación Cóndor estaba en marcha.

Casi cuatro décadas después, Marcelo declaró en calidad de testigo en el histórico juicio conocido como Plan Cóndor, tramitado desde hace 17 años en Buenos Aires, Argentina. No declaró sobre la muerte de su padre, lo hizo porque sus investigaciones aportaron datos para otros casos. Su madre, que se salvó de la muerte cuando su abuela, Ana Arminda Bareiro, la encontró en una cárcel de Resistencia, también formó parte de este proceso.

Si bien la muerte de Carlos Mancuello estuvo incluida en un juicio que llevó adelante el Comité de Iglesias para Ayudas de Emergencia (Cipae), y se logró en ese proceso la condena de cinco referentes de las desaparciones forzozas en Paraguay, desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) afirman que si bien la desaparición de Carlos Mancuello no está incluida en este juicio, en la sentencia el Tribunal puede disponer la investigación de este y varios otros casos que surgieron durante el trascurso de la causa.

“Es para nosotros un momento de muchísima esperanza, porque hay muchísima gente que estuvo luchando prácticamente toda su vida para lograr que se evidencie esta situación en forma oficial. Y la lectura de esta sentencia va arrojar demasiada información oficial que puede constituir todo un proceso de lucha y recuperación de la memoria, de la atención oficial de los casos de la gente que nos falta, que son víctimas anónimas”, dijo Marcelo, que vive y trabaja en Asunción.

Él tiene claro que se deben seguir desvelando los casos para poder sanar como sociedad, porque los crímenes como los de su padre son heridas abiertas que no permiten avanzar hacia la construcción de un Estado democrático.

Acciones de reparación más simbólicas como la búsqueda de cadáveres o el desagravio, la razón por la cual el Estado asume su culpa públicamente y condena los hechos como un acto oficial, que eso es sencillo de organizar pero no se organizó. “Porque si nosotros tenemos todavía víctimas del Estado dictatorial, que no tienen reconocimiento, porque el Estado no asume su responsabilidad, es muy complicado avanzar en la construcción de un proceso de un modelo democrático”, continuó.

Hoy, en la distancia, al igual que muchas otras víctimas de los estados dictatoriales, acompañará la lectura de la sentencia, que comenzará a las 15:00 (hora paraguaya).

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