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La medida de fuerza realizada por los indígenas Ishir se inicio en horas de la mañana del sábado y desde entonces varias embarcaciones se encuentran varadas, sin poder continuar viaje, por la barrera de pequeños botes y canoas de los manifestantes que se hallan atados a un alambre desde la orilla del río del lado paraguayo hasta la mitad sujetados a una especie de boya, atendiendo a que la otra orilla es territorio brasileño.
Este lunes por la mañana, los tripulantes de las embarcaciones retenidas intentaron negociar con los manifestantes para poder continuar viaje; sin embargo, estos se mantienen firmes en su postura de que solo levantarán la medida de fuerza una vez que sus paisanos, que se encuentran detenidos en una cárcel del Brasil, sean liberados.
Se trata de barcazas, algunas con cargas de minerales traídos desde la zona de Corumba y con destino a la capital del país y otros con dirección opuesta, a la espera de poder llegar a destino para realizar la carga.
A pesar de que la otra orilla del río, del lado brasileño, está liberada de manifestantes, el canal de navegación para estas embarcaciones de gran calado se encuentra precisamente del lado paraguayo, donde están los Ishir.
Los manifestantes reciben la solidaridad de la población y de políticos oportunistas que, aprovechando la ocasión y en vísperas de las elecciones, les proveen de víveres, gracias a lo cual realizan ollas populares.
Por de pronto, no existe una respuesta por parte de nuestra cancillería, como lo solicitan los Ishir, en el sentido de exigir al gobierno brasileño la libertad de los compatriotas encarcelados en forma injusta, según alegan.
Carlos González (39) y Carlos Franco (47) fueron apresados por militares brasileños del destacamento de Barranco Branco. Según los manifestantes, la detención se produjo en territorio paraguayo a escasos 2 km de Fuerte Olimpo y en pleno día, por lo que pudo ser observada por varias personas.
Estos compatriotas regresaban a bordo de una pequeña embarcación transportando sus pertenencias personales, tales como elementos de trabajo y ropas, luego de culminar el trabajo en la estancia paraguaya Cerrito, donde permanecieron por 2 años.
Los militares del vecino país acusaron a los paraguayos de tráfico de armas, por encontrar en poder de ambos un arma de fuego de fabricación casera que consideran armas de guerra, por tratarse de un fusil, y sostienen que apresaron a ambas personas en territorio brasileño.