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Fue ante el Monseñor Hermes Joaquín Robledo. En la ocasión, se recordó el día en que Jesús instituyó el sacerdocio, la eucaristía y el mandamiento del amor.
Una multitudinaria concurrencia de fieles católicos participó de la solemne misa que, con fervoroso aplauso, animó y celebró con los sacerdotes el emotivo momento de renovar los votos de compromiso sacerdotal al servicio de Dios. Los consagrados asumieron la responsabilidad de seguir trabajando con obediencia, respetando el celibato y estar siempre trabajando con humildad por la Iglesia, sin importar las adversidades que puedan presentarse, les recordó Monseñor Robledo.
Instó a los sacerdotes a saber que lo fundamental es comprender el valor de la humildad en la vida sacerdotal y que en cada instante de cada día de sus vidas deben ser testigos de Dios donde los consagrados diocesanos deben estar siempre al servicio a la Iglesia.
Los sacerdotes renovaron las promesas de su ordenación y ante las preguntas del Obispo, afirmaron que querían unirse más fuertemente a Cristo y configurarse con él, y reafirmaron la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptaron el día de su ordenación para el servicio de la Iglesia.
Durante la ceremonia, además, se bendijeron los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos y se consagraba el Santo Crisma, que se distribuirán por todas las parroquias de la Diócesis para el servicio y atención de los nuevos bautizados, confirmandos, consagrados al ministerio diaconal y sacerdotal, y enfermos.
El religioso recordó que “cada año en esta solemne misa se invita a los sacerdotes a dar un renovado ‘sí’ a la llamada que un día pronunciamos el día de nuestra ordenación”. El Señor mismo, mediante las manos del Obispo, impuso sus manos sobre nuestra cabeza y nos consagró para siempre a su misión. Pidamos con fe en esta Eucaristía que contiene viva la llama de nuestra entrega incondicional a Jesucristo”.
Monseñor Robledo indicó que, con gozo, “renuenvan los sacerdotes el gozo de sus compromisos sacerdotales en esta celebración, lo que me da ocasión para agradecer, en nombre del Señor, vuestra generosa y ejemplar entrega al servicio del pueblo de Dios en nuestra Iglesia diocesana”.
Manifestó que, como Iglesia, uniéndonos estrechamente a Jesucristo para configurarnos con él, cabeza y pastor de su rebaño, para renovar “nuestra misión de anunciar el Evangelio, para celebrar los sacramentos y construir la Comunidad de los hijos de Dios”.