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En los últimos días, la planta verificadora del Registro Único del Automotor (RUA), ubicada sobre Ygatimí, a pocas cuadras de Colón, en Asunción, se convirtió en una verdadera selva, en donde manda la ley del dinero. La entrada en vigencia de una nueva ley ocasionó que una gran cantidad de propietarios de vehículos colapsen esta dependencia, con lo cual se crearon las condiciones óptimas para que aparezcan los avivados.
La legislación es para agilizar la expedición de matrículas definitivas y combatir el uso de chapas provisorias. También se pretende erradicar la circulación de vehículos sin identificación, que usualmente son utilizados para cometer actos delictivos.
Un funcionario de ABC Color se integró a una fila para ingresar al lugar, que ya era considerablemente larga a las 7:00. Todo el trámite le demandó más de dos horas y en el proceso se vio obligado a pagar 100.000 guaraníes a un gestor para solucionar un “grave problema” con sus documentos.
Con fines periodísticos, Carlos Yegros aceptó el pedido del empleado del RUA que le atendió con el portanombre tapado y que en principio le solicitó 150.000 guaraníes.
¿Cuál era el problema? Es el que muchos sufren. Los documentos entregados por la playa que le vendió el auto dicen que su Toyota Fun Cargo es del año 2002, pero en el chasis del vehículo se observa que es del 2001. Por lo menos, esta fue la historia que le vendió el empleado.
Nuestro interesado no tenía idea de este problema. Accedió a pagar una coima de 100.000 guaraníes para observar cómo se solucionaba el problema. En pocos minutos, los funcionarios del RUA le entregaron los certificados de verificación que indican que “mágicamente” el vehículo cambió de año de fabricación. Estos papeles no tienen reportes de problemas en la casilla de “Observaciones”, los 100.000 guaraníes cumplieron el propósito. Llevan la firma de Gustavo Salin. También se puede observar el nombre de Héctor Duré, quien es supervisor.
Pero no es lo único que nuestro compañero tuvo que pagar. Después de formar otra interminable cola, en la única caja habilitada, abonó 77.172 guaraníes en concepto de “verificación del automotor”. Convenientemente, los funcionarios de ese lugar nunca tienen sencillo, entonces lo pagado en realidad fue de 80.000 guaraníes. Esto puede significar una cifra miserable en una persona, son 2.828 guaraníes. ¿Pero si hablamos de cientos o miles de propietarios?.
Mientras formaba la fila se acercó otra persona, que le ofreció el servicio de “llenado de documentos”. Por esto abonó 20.000 guaraníes. El que hace este trabajo también es un gestor, que se acerca con el propósito de vender una tranquilidad al contribuyente, que pueda formar la fila sin tener que distraerse.
En este largo proceso, nuestro compañero fue testigo de personas que intentaban adelantarse en la fila, que en su momento más crítico superó la avenida Calos Antonio López. También pudo observar discusiones entre dueños de automóviles a los que se les agotaba la paciencia fácilmente por la gran incomodidad que genera intentar hacer un trámite en medio de cientos o miles de personas.
Los gestores, por un lado, ofrecen facilidades, pero por el otro, significan un problema para la gente que no quiere pagar coimas. Estos intermediarios realizan trámites para varias personas, lo que genera grandes incomodidades para los demás que están formando desde hace horas y que no tienen el incentivo del dinero.
En el caso que está relatado en esta crónica no hizo falta que Carlos Yegros busque al gestor o que intente utilizar un intermediario. Fue el mismo funcionario que hacía la verificación quien llamó a una persona que observaba atentamente a un lado para que interviniera y ofreciera su ayuda.
ABC Color intentó en reiteradas oportunidades obtener la versión de las autoridades del Registro del Automotor, pero hasta el momento fue imposible debido a que no contestaron las llamadas. Intentamos con el celular de la directora de la entidad, Dolly Larrosa, y también a varios números de su oficina.