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A fines de 2014 se difundía por la prensa el caso de una compatriota de nombre Rosalía Amarilla Escobar, que para ese entonces llevaba más de dos años presa en una cárcel de mujeres en Beijing, China, y que sería ejecutada por el gobierno por haber introducido al país 3, 3 kilos de cocaína al país.
La historia de Rosalía salía a la luz pública en su momento más álgido, en medio de la desesperación de los familiares que buscaban evitar la muerte de la mujer, que tiene un hijo pequeño. Rosalía había viajado a Sao paulo, Brasil, el 14 de julio de 2012 sin mayores explicaciones; días después se comunicó con su madre para decirle que estaba en el país vecino y que volvería pronto. La madre de Rosalía, doña Arminda Escobar, había hecho una denuncia por la desaparición de su hija a fines de ese mismo mes.
Los días y semanas pasaron hasta que una llamada telefónica tiempo después anunció que Rosalía estaba viva, pero presa. La unidad de Lucha contra la Trata de Personas se encargó de investigar el caso de la mujer y las características hacían pensar que había sido víctima de un caso de trata internacional de personas. La investigación encontró nexos entre este caso en particular e integrantes de redes delictivas que ya eran buscados por participar en la captación de mujeres que luego eran llevadas bajo engaños a otros países.
El peor golpe llegaría después, cuando se confirmó que efectivamente se encontraba recluida en una cárcel de Beijing y había sido condenada a muerte por tráfico de drogas. Rosalía colaboró con las autoridades chinas y por ello le habían suspendido por dos años la pena de muerte que estaba prevista para marzo de este año.
Comenzaron entonces los pedidos de auxilio de parte de la familia y las movilizaciones de parte de amigos y excompañeros de Rosalía, pidieron al gobierno y a todo el que pueda ayudar para que intervengan en el caso y eviten la ejecución de la joven madre. El Congreso emitió pedidos al gobierno chino y al Ejecutivo para pedir mediación para evitar la ejecución.
El gobierno comenzó a trabajar, primero para encontrar las vías diplomáticas para llegar a las autoridades de China, ya que nuestro país no mantiene relaciones diplomáticas con el país asiático. La cancillería argentina fue entonces el puente. El presidente de la República Horacio Cartes llegó a pronunciarse sobre el caso y prometió que se haría todo lo posible para salvar la vida de la compatriota. Se solicitó enseguida la conmutación de la pena, con el objetivo de seguir negociando para traer a Rosalía a Paraguay a que cumpla su pena en nuestro país.
La incertidumbre siguió por varios meses; el canciller Eladio Loizaga decía que no podía generar expectativas, ya que el gobierno del país asiático suele ser severo con su postura. En enero se había anunciado la revisión de la pena y la suspensión de ejecución hasta julio de este año, lo que dio esperanzas nuevamente. Meses después, en mayo, la familia de Rosalía pudo viajar mediante el gobierno hasta China para ver a Rosalía, después de casi tres años de aquel triste julio en 2012.
El mes pasado un nuevo rayo de luz aumentaba la esperanza de que a Rosalía no la ejecuten: anunciaban una posible pena carcelaria, que finalmente se confirmó esta semana, cuando se informó sobre la conmutación de la pena de muerte por cadena perpetua, lo que servirá para continuar con las gestiones a fin de traer a la compatriota al Paraguay, para cumplir su pena dentro del país, como lo pidió su madre. Así al menos su familia estará cerca para verla y apoyarla.