Residuos cloacales en el río

ASUNCIÓN. El río Paraguay, uno de los grandes sistemas acuíferos de Sudamérica, recibe cada hora millones de litros de residuos urbanos sin tratar de ciudades de Brasil, Argentina y Paraguay, y una creciente carga de productos químicos usados en agricultura.

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Solo Asunción arroja a su corriente 3,2 millones de litros de basura cloacal e industrial cada hora sin ningún tipo de procesamiento, según dijo a Efe Osmar Sarubbi, presidente de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap).

La capital de Paraguay, cuya área metropolitana, con más de 2,6 millones de personas, es el mayor núcleo demográfico bañado por el río, y también su mayor agente pestilente, pues todos sus desperdicios cloacales van directamente a sus aguas.

La degradación del río es también común a su paso por Brasil, su lugar de nacimiento, desde donde recorre 2.625 kilómetros que le llevan por Bolivia, Paraguay y Argentina.

Elías Díaz, hidrólogo y coordinador del grupo ecologista paraguayo Sobrevivencia, citó en especial la contaminación generada en las ciudades brasileñas de Corumbá (unos 100.000 habitantes), y Cuiabá (con algo más de medio millón), asentada sobre el río del mismo nombre, que es afluente del Paraguay.

El río recibe una nueva carga de desperdicios en la urbe argentina de Formosa (unos 230.000 habitantes), que, como las dos anteriores, adolece de un sistema de tratamiento de los efluentes cloacales, que son expulsados en crudo al río.

“Tiran todos sus desechos cloacales sin tratamiento al río Paraguay. Entonces tenemos mucha carga de contaminantes”, dijo a Efe Díaz.

A su paso por Asunción el río forma una bahía, que cuenta con un paseo muy popular, por debajo del cual pasan cuatro vertientes cloacales, y una playa donde nadie puede nadar por el alto nivel de “coliformes fecales” detectado.

Otras 12 vertientes evacúan las descargas de la ciudad directamente en la corriente principal del río, según Sarubbi.

“La mayoría son desperdicios domésticos e industriales, que por ley deberían ser tratados. Pero lo cierto es que no hay plantas de tratamiento”, dijo Sarubbi.

La situación se repite en el lago Ypacarai, una de las “postales” de Paraguay y uno de los lugares de veraneo de la capital, a unos 50 kilómetros.

Los veraneantes tampoco podrán disfrutar está temporada del lago, conectado con el Paraguay por el río Salado, ya que las autoridades locales han prohibido su uso recreativo tras la invasión de cianobacterias, unas algas originadas por los vertidos de los mataderos y empresas de curtientes.

Sarubbi indicó que la situación mejorará en Asunción con la construcción de su primera planta de tratamiento, que costará 85 millones de dólares, En enero se abrirá la licitación para su fase inicial, indicó.

“Sería la primera de un total de cuatro plantas para el Gran Asunción que estarían funcionando en cuatro años y tendrán un presupuesto de 584 millones de dólares”, adelantó. 

Según Sarubbi, con esas plantas en funcionamiento se trataría hasta un 98 por ciento de las aguas cloacales que el Asunción metropolitano arroja al río Paraguay.

“Es una necesidad arrastrada desde hace veinte años y estamos pagando las consecuencias con la contaminación de los acuíferos”, dijo Sarabbi, que añadió que para 2014 está previsto que se eliminen los cuatro colectores que desembocan en la bahía.

Pese a la polución, el río Paraguay sigue siendo el principal abastecedor del agua consumida en Asunción, lo que se explica gracias a sus humedales, que funcionan como filtros descontaminantes.

“Ejercen como tratamiento natural, son un elemento purificador, procesadores biológicos de la contaminación y la principal garantía para mantener la calidad de agua del río”, dijo Díaz.

La cuenca del Paraguay tiene, desde su desembocadura en el Paraná, que le adentra en Argentina, más de un millón de kilómetros cuadrados de superficie, el 30 por ciento de los cuales son humedales.

Sin embargo, Díaz alertó sobre su constante deterioro, amenazados por la deforestación y el drenaje para la habilitación de tierras agrícolas.

“El ecosistema de Cerrado, en el Mato Grosso, y el Pantanal del Alto Paraguay, están siendo transformados en campos para el cultivo de arroz y soja, para lo cual se utilizan químicos tóxicos” que terminan en el río, indicó.

El Pantanal, repartido entre el sur de Brasil, Paraguay y norte de Bolivia, está considerado el ecosistema de humedad tropical más grande del mundo.

“Los humedales son los pulmones del río. Sin ellos el río se muere”, dijo Díaz. 

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