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“Jesús se entrega por amor a todos”, destacaron en la ceremonia que empezó a las 19:00 y concluyó poco después de las 21:20 de este Jueves Santo. En la primera lectura, el mensaje de la homilía se relacionó con la liberación de los pecados.
Mientras que en la segunda, se abordó el recuerdo que registró el apóstol Pablo de lo que fue “la Ültima Cena” con Jesús, junto a sus discípulos, en que tomó el pan y pronunció estas palabras: “Esto es mi cuerpo, el pan es el Cristo mismo, es la persona de cristo, y cuando dice “esta es la sangre, sangre de la nueva y eterna alianza derramada por el perdón de los pecados, es Cristo mismo que preanuncia, a través de signos del cuerpo, del pan y del vino, que su cuerpo será entregado y su sangre derramada por nosotros”, dijo el arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela.
Destacó dos gestos muy importantes que realizó Jesús, antes de lavar los pies a sus apóstoles. “El primero fue que se despojó de su manto, de su vestidura, lo que muestra su humildad, que ya se estaba acercando su muerte y se ciñe una toalla, que es justamente el signo de los guerreros, para enfrentar a la muerte y al odio, y se entrega libremente. El lavatorio de los pies es un signo de caridad y un signo de amor, e instó como un legado para ser imitado”, puntualizó.