Un Papa que utiliza mucho el teléfono

El acercamiento del papa Francisco a las personas -no sólo católicas- hace que la frase “cercano a la gente”, que a menudo se utiliza para definirlo, se convierta en una descripción totalmente literal de su personalidad.

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Cuando algo le inquieta o necesita expresar algún sentimiento, el papa Francisco no titubea a la hora de comunicarse a través de los métodos más convencionales: cartas y telefonazos. El papa Francisco ha hecho llamadas telefónicas a civiles como ningún otro Pontífice, causando gran conmoción no sólo a los destinatarios, sino a todo el mundo.

Varias personas se vieron sorprendidas por la facilidad con la que el Sumo Pontífice se comunica con las personas sea cual fuere el lugar en el que se encuentre el interlocutor. Sin ningún protocolo, envía cartas y realiza llamadas.

La experiencia más cercana que tocó a nuestro país fue la respuesta que dio a un grupo de catequistas de Cavevi (Camino Verdad y Vida) –grupos de la pastoral juvenil que dan catequesis para adolescentes- que le habían enviado una misiva explicándole el alcance del trabajo que realizan para acompañar a los jóvenes en tan difícil etapa.

Querido Señor Arzobispo,

Recibí una linda carta de los catequistas de Cavevi que me trajo Juan José Chaparro, obispo electo de San Carlos de Bariloche. Como quería responderles y la carta no tiene la dirección de remitente, recurro a usted pidiéndole el favor de entregarla. Muchas gracias. Por favor le pido que rece por mí, que Jesús le bendiga y la Virgen santa lo cuide. Fraternalmente, Francisco”, rezaba el manuscrito que fue leído por el obispo coadjutor de la Arquidiócesis de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela. La carta fue socializada en conferencia de prensa y el prelado había expresado, visiblemente emocionado, que era la primera vez que Francisco se dirigía directamente a Paraguay en una carta.

Acompañaba al escrito una tarjeta postal con la imagen del santo padre y, al dorso, rezaba otro mensaje dirigido a los jóvenes: “A los catequistas de Cavevi, Arquidiócesis de Asunción del Paraguay. Con mi bendición y pidiéndoles que recen por mí”.

Un caso más reciente, que causó gran polémica, fue el contacto telefónico de Francisco con un periodista argentino, Alfredo Leuco, que había redactado en su columna de Clarín “Carta abierta al papa Francisco”, dirigiéndose al Santo Padre y en la que reclamaba que le haya concedido a la presidenta Cristina Fernández una audiencia en plena etapa electoral.

Muchas personas, quizás la mayoría de los argentinos, piensan que cometería un error”, escribió Leuco al Papa, “que estaría faltando a su palabra, que es comparable al oro”. Francisco habría asegurado que no se reuniría con candidatos que estuvieran cercanos a competir en elecciones, por temor a que los encuentros sean utilizados con fines electorales. “La foto que se tome con usted”, continuó Leuco, refiriéndose a Cristina Fernández, “no ayuda a aquellos que están a favor de una democracia alternativa y una República”.

La columna de Leuco generó una gran respuesta en Argentina. Pero ninguna reacción fue tan poderosa como la llamada del Sumo Pontífice tras enterarse del contenido del reclamo del trabajador de prensa. Según el relato de Leuco, el Papa no se amilanó al surgir un problema con la interconexión cuando decidió llamarle. Por este motivo, el pontífice le dejó un mensaje de voz que rezaba: “Señor Alfredo Leuco, soy el padre Bergoglio, el papa Francisco. Le llamaré después para agradecerle por su carta”, promesa que se cumplió unas horas después. Leuco cumplía 60 años ese día.

“Sentí una gran serenidad de parte del papa. No quería ocupar mucho de su tiempo pero le pedí que habláramos. Le agradecí de todo corazón su gesto. Me habló del sentido moral de mi carta y casi me desmayé”, relata. Leuco aseguró que le dijo al Papa que estaba siendo “masacrado” en las redes sociales por su columna y le pidió permiso para hacer pública la conversación con el pontífice. Francisco le ofreció enviarle un correo electrónico para que ningún periodista dudara de su historia. Cuando iba a colgar, el papa le pidió al periodista que orara por él. “Ojalá tenga una buena fiesta de cumpleaños y no se olvide de rezar por mí”. El periodista dijo sentirse avergonzado. “Sentí pudor y no me atreví a decirle que yo no sabía rezar”.

Este fue el texto del mail remitido al periodista:

"Estimado Sr. Leuco, Recibí su carta del pasado 9 (Carta abierta al Papa Francisco) y le agradezco de corazón que la haya escrito. El tono sereno manifiesta la voluntad de comunicarse frontalmente y las disidencias se dicen con paz, fluidamente. No hay allí una sola agresión o alguna expresión altisonante. Y esta actitud edifica, une, es constructiva. Gracias, muchas gracias! Me permito una confidencia. Al concluir la lectura de su carta me vino a la mente una de las Bienaventuranzas: "Felices los mansos, porque recibirán la tierra en herencia" (Mt 5, 4). La mansedumbre, esa actitud tan ligada a la paciencia, a la escucha, a la ponderación y que -a veces- en el imaginario colectivo se la confunde con pusilanimidad. Pero no es así: en realidad es la virtud de los fuertes. Nuevamente, gracias. Y, por favor, le pido que no se olvide de rezar por mí. Que Dios lo bendiga. Fraternalmente, Francisco".

Gustavo Cerati llevaba poco más de tres años en estado de coma, por lo que el artista Gustavo Masó, allegado a la familia, solicitó a Francisco a través de una carta, que ore por el cantante. Cerati había sufrido un accidente cerebrovascular en la ciudad de Caracas, Venezuela, el 15 de mayo de 2010.

Y la respuesta llegó. Fue Lilian Clark, madre de Cerati, la destinataria de la emotiva respuesta, llegada a finales de agosto de 2013:

Señor Gustavo Masó, gracias por su carta del pasado 20. Me ayudó a reconectarme con Gustavo. Porque el acostumbramiento nos va archivando la vida. Y la vida sigue. Espera. Desaparece y vuelve a aparecer. El archivista más cruel es el olvido. Tenía razón nuestro Borges cuando nos decía que solo una cosa no hallé. Es el olvido. Si, desde Dios. Pero entre nosotros: el olvido existe y es cruel. Gracias por haber soplado las brisas de un recuerdo.

Por favor, le ruego le diga Lilian que me hace bien su testimonio, su valentía en seguir esperando y que estoy junto a ella. Es difícil decir algo frente a la relación tan sagrada como es la de una madre con un hijo. Pero que acepte mi silencio hecho oración. Quedo a su disposición.

Por favor, le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cuide.

Cordialmente, Francisco”.

Muchos otros fueron los contactos llegados desde el Vaticano, a gente que ni remotamente se habría imaginado que el representante de Pedro en la tierra, se molestaría en dirigirles un mensaje ante situaciones muchas veces no tan agradables por las que atravesaban en ese momento.

Según testimonios, una mujer italiana se sintió aliviada cuando el líder religioso le pidió telefónicamente que no abortara. También una mujer de Argentina recibió una llamada de Francisco, en la que se le pidió que recibiera su primera comunión, a pesar de que su esposo se había divorciado de su primera esposa.

El Papa también telefoneó a la familia Foley de New Hampshire tras el asesinato de su hijo, James, a manos de ISIS. Además, dejó un mensaje de voz a monjas de España en la noche de Año Nuevo. (El pontífice les preguntó qué estaban haciendo afuera de su monasterio).

En definitiva, las llamadas y las cartas se agregan a la imagen mística de Francisco, considerado un “hombre de la gente”, como si fuera otro pastor más, pero en este caso con una congregación de casi un billón de almas.

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