Activar el recuerdo sobre los desaparecidos, e invocar la imagen de quienes ya no están, son los objetivos del fotógrafo argentino Gabriel Orge, que desde hace varios años hace aparecer los rostros de personas desaparecidas en espacios públicos de las ciudades, o en la espesura de las selvas.
Orge proyecta en estas superficies las fotografías de personas que desaparecieron en diferentes períodos históricos en Argentina, para “provocar una reflexión histórica a través de un hecho estético”, declaró en una entrevista con Efe en Asunción.
Rostros como los de Jorge Julio López, desaparecido en 2006 tras testificar en un juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura argentina (1976-1983), o el de Andrea López, desaparecida víctima de la trata de personas en la localidad argentina de Santa Rosa de la Pampa, han sido protagonistas de su obra “Apareciendo”, con la que ha recorrido diferentes escenarios.
Los enormes árboles de araucaria de la Mansión Seré, ubicada en la provincia de Buenos Aires y utilizada como centro de detención y torturas durante la dictadura argentina, se convirtieron en el lienzo sobre el que Orge dibujó con haces de luz a nueve detenidos desaparecidos en este lugar.
En Córdoba, su ciudad natal, el fotógrafo hizo aparecer al joven Facundo Rivera Alegre, desaparecido por presunta violencia policial, sobre los muros del Palacio de Justicia donde estaba siendo juzgado e investigado su caso.
Orge también ha retratado a caciques indígenas, o a los miembros del pueblo qom, cuya imagen se fundió con el paisaje verde de Las Yungas, en la norteña provincia argentina de Salta, en homenaje a los nativos víctimas de masacres y campañas de exterminio.
“Argentina, como otros Estados latinoamericanos, fue constituida como país en base al exterminio y desplazamiento de los pueblos originarios, a través de grandes masacres por parte del Estado”, recordó.
En Asunción, Orge vino a presentar su obra “Apareciendo” en el marco del festival de fotografía El Ojo Salvaje, y tenía la idea de hacer revivir, sobre alguna pared de la ciudad, la imagen de Bernardo Aranda, locutor de radio que falleció calcinado en la capital paraguaya en septiembre de 1959, y cuya misteriosa muerte dio pie a una feroz persecución contra los homosexuales, encabezada por la dictadura de Alfredo Stroessner.
Sin embargo, el mismo día en que el fotógrafo llegó a Paraguay, la Dirección de Memoria Histórica y Reparación del Gobierno paraguayo anunció los nombres de los dos primeros detenidos desaparecidos durante la dictadura stronista cuyos restos fueron identificados en el país: la italiana Rafaela Giuliana Filipazzi, y el paraguayo Miguel Ángel Soler, secretario general del Partido Comunista.
De la mano de Orge, los rostros de Soler y Filipazzi aparecieron esta semana, trazados con luces y sombras, sobre los muros de dos edificios del centro de Asunción.
Orge explicó que su proyecto está inspirado en “la fe y la necesidad de creer de la gente”, que hace que muchas personas estén convencidas de haber visto apariciones de personajes sagrados en objetos cotidianos, como las manchas de humedad de una pared.
Esa misma necesidad de creer es la que, más allá de la mística, motiva a los familiares de detenidos desaparecidos a confiar en que sus restos serán hallados e identificados, y sus historias de vida, valoradas, según el artista.
Detalló que su proyecto está listo para ser replicado en diferentes lugares y regiones, con el objetivo de crear una conciencia sobre la memoria, interrogar a los transeúntes sobre su pasado, y servir como una resistencia al olvido.
Cerca de 30.000 personas fueron detenidas desaparecidas en Argentina durante la última dictadura militar, según organismos de derechos humanos, mientras que la estatal Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay calcula que más de 400 paraguayos desaparecieron durante el régimen de Stroessner en este país (1954-1989).