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Los acusados son: Nicolás Lucilo Benítez Santacruz, Camilo Almada Morel, Juan Aniceto Martínez Amarilla, Eusebio Torres Romero, Agustín Belotto Vouga, Manuel Crescencio Alcaraz, Obdulio Argüello Brítez, Felipe Nery Saldívar y Fortunato Lorenzo Laspina, quienes, de acuerdo a las investigaciones, en sus funciones de efectivos policiales cometieron torturas, calificados como crimen de lesa humanidad, contra Domingo Guzmán Rolón.
La víctima fue sometida a todo tipo de sufrimientos físicos y psicológicos -según los antecedentes-, además de tratos crueles y degradantes desde que fue detenida por formar parte de un movimiento social opositor al régimen, el 2 de diciembre de 1976.
Rolón fue recluido en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional por exactamente un año, luego trasladado al Departamento de Judiciales y finalmente al Penal de Emboscada.
Las pesquisas exponen que Nicolás Lucilo Benítez Santacruz le habría propinado golpes en distintas partes del cuerpo a la víctima, con tejuruguai, un látigo ancho y con púas, de uso frecuente en la dictadura.
Camilo Almada Morel, alias “Sapriza”, empleaba torturas similares, pero con mayor frecuencia lo castigaba con un magneto eléctrico, con el que le aplicaba fuertes descargas eléctricas, mientras que Juan Aniceto Martínez Amarilla sometía a Guzmán utilizando la cachiporra.
Eusebio Torres Olmedo optaba por el “tiralengua”, otro tipo de látigo. También lo sometía a tortura psicológica con constantes amenazas de muerte. Agustín Belotto Vouga también usaba este método contra Guzmán, además de torturarlo con rajas.
Manuel Crescencio Alcaraz fue el que lo recibió el primer día de su detención con golpes de garrote. Ese día lo acompañaban Juan Aniceto Martínez, Mario Flores Cáceres y Lorenzo Laspina.
Entretanto, Obdulio Argüello Brítez golpeaba por placer a la víctima y Felipe Nery Saldívar lo torturaba con golpes de látigo, generalmente en horas de la noche. Fortunato Lorenzo Laspina fue otro quien recibió por primera vez al afectado, a quien golpeó ocasionándole heridas en el cuerpo.
Además de la violencia física, la víctima era sometida a tratos crueles, inhumanos y degradantes, según refiere la acusación de la fiscala Zayas.