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Esta tradición comenzó en 1953 con don Esteban Sabaté (p), ya fallecido, con un pequeño pesebre bajo la parralera. Hoy, su hijo Esteban sigue con la tradición familiar y cada año crece más.
El pesebre está montado en el mismo lugar, pero ahora es gigantesco, con más de 200 piezas, en donde el 60% de estas se mueve gracias a la fuerza del agua.
Desde hace años, don Esteban Sabaté (h) en compañía de sus hijos Arturo, Marlene, Esteban y Viviana se encargan de seguir adelante con la tradición y solo piden cada año la unión familiar.
Los Sabaté cada año, van colocando nuevas figuras en el pesebre y este año es el turno del “carpintero que repara una silla”, quien se suma al "carpintero con el serrucho" y al "lijador", que llegaron años anteriores al pesebre.
Don Esteban y sus cuatro hijos trabajan arduamente durante un mes para colocar todas las piezas en su lugar. El proceso de montaje fuera de la parralera lleva 15 días y luego instalar en el sitio final otros 15 días más. Cada integrante de la familia tiene una función específica; por ejemplo, verificar la cañería que distribuye el vital líquido para dar movimiento a las figuras del gran pesebre luqueño. Otro se encarga de hermosear el jardín que está bajo la parralera para luego ir instalando las piezas móviles y estáticas.
También se debe limpiar las piezas, repararlas, pintarlas y elaborar las prendas que llevarán puestas cada año.
El gran pesebre hidráulico está ubicado sobre la calle Yrendagué y Benigno González, del barrio Bella Vista de Luque. Estará abierto al público en general que lo quiera apreciar desde el 22 hasta el 30 de este mes, a partir de las 18:00, en forma totalmente gratuita. En la Nochebuena incluso hay personas que van a pasar allí la medianoche.