Peregrinar con la cruz

Lo hace desde hace casi dos décadas, cada año sin faltar: partió en horas de la mañana de este sábado rumbo a Caacupé para agradecer a la Virgen de la Villa Serrana, pero no camina como uno más, sino con una gran cruz a cuestas.

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El sol ya está fuerte en el cielo. La temperatura agradable de las primeras horas de la mañana van dejando espacio para el típico calor paraguayo de diciembre. Aun así, don Gilberto González continúa, estoico, su camino rumbo a un nuevo encuentro con la Virgen de Caacupé.

A su lado, a la vera de la ruta en la zona de la compañía Caacupemí de Areguá, otros peregrinos avanzan con paso presuroso. Él prefiere mantener el ritmo y se toma tiempo para descansar cada vez que lo siente necesario. Es que, a diferencia de los que van más rápido, este guardia de seguridad lleva una carga adicional: una enorme cruz de 3,50 metros de alto por 1,80 de largo en los brazos.

Don Gilberto relata que comenzó a peregrinar cargando la cruz desde hace casi 17 años, de acuerdo al reporte del corresponsal de ABC Color Arnaldo Espínola. Su devoción por la Virgencita Azul comenzó desde muy pequeño, recuerda. Siendo niño, tendría quizás unos 7 años, sufrió varios problemas de salud. Su atribulada madre decidió encomendarlo a la Virgen de Caacupé y desde entonces comenzaron a ir juntos hasta su santuario.

Pasaron los años, Gilberto se convirtió en un hombre y formó su propia familia. Hace unos 20 años volvió a sufrir de complicaciones de salud, por lo que una vez más recurrió a aquella a la que su madre había implorado tiempo atrás. Asegura que su clamor fue escuchado y desde entonces acude cada año, sin faltar, a dar gracias en el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Cada año parte desde su casa en la zona de Lapachal, Luque, para caminar hasta el santuario. Para llegar a destino transita por el camino que une Luque con Areguá, pasa por Patiño, Ypacaraí, para finalmente llegar a la capital espiritual.

Su tradición es salir temprano en la mañana de la víspera de la fiesta, para poder llegar en el día en el que junto a otros miles rinde homenaje a la madre de Dios. Su travesía dura al menos unas 14 horas. Este año partió aproximadamente a las 06:30 y espera llegar al Santuario antes de la medianoche.

“Gracias, Padre Eterno, y a tu hijo Jesús, a María Santísima, por todo lo que me han dado. Les pido por la paz del mundo y por más seguridad en mi país, que haya más trabajo para jóvenes y pan para los que sufren hambre. Tu hijo agradecido Gilberto González. Luque, Paraguay”, se puede leer en la cruz que carga este año.

La cruz es renovada cada año gracias al aporte de vecinos, amigos y familiares. En 2010, luego de que el ídolo de la selección paraguaya Salvador Cabañas fuera víctima de un atentado, don Gilberto llevó su cruz a Caacupé y pidió por la pronta recuperación del jugador.

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