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Con una impecable túnica blanca, una capa azul, una tiara, la figura de una adolescente se destaca en medio de la marea de peregrinos. Leticia Alonso tiene 14 años y cada 7 de diciembre, desde su primer año de vida, peregrina desde Ypacarai hasta la Basílica de Caacupé, honrando la promesa que hicieron sus padres.
Leti, como le gusta que la llamen, nació con serias complicaciones respiratorias y los médicos le dieron pocas chances a sus padres. No les quedó otra opción, recurrieron a la Virgen de los milagros.
"Si me salvaban la vida, yo tenía que venir todos los años vestida como ella", cuenta Leti, que lejos de sentir una carga, cumple sonriente, en compañía de su padre, aquella promesa.
A pesar que solo falta un año para que se extinga la deuda, Leti confiesa que tiene intenciones de seguir peregrinando.