Paraguay, pendiente de sucesión en Venezuela

ASUNCIÓN. Paraguay, el país de Latinoamérica más enfrentado a Venezuela, está a la expectativa de ver si la muerte de Hugo Chávez abre una vía de recuperación de las relaciones bilaterales.

La muerte de un líder habitualmente vilipendiado por la mayoría de la clase política y parte de la prensa de Paraguay suscitó anoche un breve comunicado de la Cancillería, que expresó sus “más sentidas condolencias” al Gobierno y al pueblo de Venezuela.

El presidente Federico Franco dijo después, en entrevista con una radio local, que hacía “votos” por trabajar con el nuevo Gobierno venezolano “en forma absolutamente profesional, responsable, sin injerencias en los asuntos internos de los otros países”.

El Ejecutivo de Franco denunció la “injerencia” de Venezuela durante la crisis por la destitución de su antecesor, Fernando Lugo; el pasado 22 de junio y el 4 de julio declaró “persona non grata” a su entonces canciller y actual vicepresidente, Nicolás Maduro.

Ambos países expulsaron a sus embajadores y funcionarios de la legación diplomática.

Para Paraguay, a la bofetada de ser suspendido del Mercosur por la destitución de Lugo se sumó la del acceso de Venezuela al bloque, boicoteado durante años por su Legislativo.

A diferencia de otros países, cuyos líderes acudirán al sepelio de Chávez, de Paraguay irán solo Lugo y Aníbal Carrillo, su compañero de filas y candidato presidencial del izquierdista y minoritario Frente Guasu, que declaró hoy tres días de luto.

Y sólo Lugo se ha extendido en elogios a la figura de Chávez, cuya desaparición, según algunos analistas, puede abrir un resquicio a la restauración de las relaciones bilaterales y dentro del Mercosur.

La decisión estará en manos de dos Gobiernos nuevos: los que salgan de las urnas el 21 de abril en Paraguay y en Venezuela dentro de un mes, cuando previsiblemente se celebrarán elecciones.

Con la desaparición del líder bolivariano, Paraguay tendrá “la excusa de decir que el problema era con el dictador Chávez y no con Venezuela como país” y abrir la mano para aceptar a Venezuela en el Mercosur, observó a Efe el analista Alfredo Boccia.

Incluso si Maduro gana las próximas elecciones, “siempre será más fácil tragar ese fruto maduro que al propio Chávez”, añadió.

Para el senador Marcelo Duarte, “que mejore la relación con Paraguay depende de cómo se lleve adelante el proceso en Venezuela”, pues de momento Maduro sería un “presidente de facto” sin legitimidad, por una interpretación “arbitraria” de la Constitución venezolana, dijo a Efe.

Tanto Boccia como otras veces de la escena política paraguaya aventuraron que el futuro Congreso paraguayo puede debatir de nuevo el acceso venezolano al bloque regional, al que Paraguay mismo espera retornar después de sus elecciones.

“Cuando tengamos un nuevo Senado, a partir del 1 de julio, se podrá impulsar una iniciativa y reconsiderar el protocolo de adhesión de Venezuela”, opinó el exembajador paraguayo ante la OEA Hugo Saguier, citado por el diario ABC Color.

El presidente de la Comisión de Exteriores del Senado y candidato presidencial Miguel Carrizosa dijo, en un comunicado, que la muerte de Chávez plantea “el desafío” de “ir construyendo un nuevo Mercosur” que tenga “reglas de juego en donde primer lo jurídico por encima de lo político, y no como hasta ahora”.

Carrizosa y otros candidatos como el colorado Horacio Cartes pidieron prudencia hasta ver quién asume las riendas en Venezuela y cuál es su actitud hacia Paraguay, o se limitaron a sucintos comunicados de condolencias, como en el caso del liberal Efrain Alegre.

Como destacaba hoy en un análisis el diario Ultima Hora, no fue con Lugo que se estrecharon relaciones entre Venezuela y Paraguay, sino que éstas fueron fruto del Gobierno conservador anterior, encabezado por el colorado Nicanor Duarte.

Fue durante su mandato, en julio de 2006, cuando los líderes del Mercosur aprobaron el ingreso de Venezuela, que quedó atascado en el Legislativo paraguayo sin que Lugo consiguiera una ratificación.

Y también fue Duarte quien pactó con Chávez en 2006 un convenio de venta de petróleo que generó una deuda de 264 millones de dólares de la petrolera paraguaya con la venezolana, sólo interrumpido con la caída de Lugo y la ruptura de relaciones.

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