Obispo, decepcionado de “paraguayos inhumanos”

El obispo de Caacupé, Claudio Giménez, lamentó la ola de violencia en el Norte, donde en menos de una semana asesinaron a cinco policías. “Sentimos todos una profunda decepción de que entre paraguayos seamos tan extrañamente inhumanos”, expresó.

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El religioso dedicó su homilía, durante la misa central en Caacupé, a referirse a los dos atentados perpetrados en San Pedro y Amambay, donde suman cinco los policías asesinados a balazos entre el domingo 12 y el viernes 17.

Luego de leer parte de un comunicado de la Conferencia Episcopal en que condenan estos atentados, el líder católico inició un homilía señalando: “Esta ya larga enemistad repleta de odio profundo, que se expresa en un desprecio total a la vida”. Giménez lamentó la actitud de los criminales, que “aniquilan al adversario con absoluto ensañamiento. Experimentamos en cierta medida esa sensación... Sentimos todos una profunda decepción de que entre paraguayos seamos tan extrañamente inhumanos; recalco, tan extrañamente inhumanos”, manifestó.

El obispo consideró que ola de violencia “es la prueba más clara de la existencia del mal, del maligno”. En respuesta -propuso- “conviene anunciar aún más fuerte el mensaje cristiano y recordar el deseo de Jesús, esperando -contra toda esperanza- que alguna vez suceda el milagro que Él vino a anunciar: la paz”. En otro momento, insistió en que la causa de estos asesinatos es que “en el fondo algo sucede, algo que no es humano. No puede ser que nos tratemos así entre hermanos”, expresó al dirigirse ante los miles de fieles congregados ante la basílica de Caacupé.

Giménez seguidamente se hizo la siguiente pregunta: “¿Rezamos por ellos (por los asesinos)? ¿Rezamos por ellos para que alguna vez se conviertan?”. Posteriormente, agregó: “El mensaje dice que para Dios no hay nada imposible; eso se repite varias veces: para Dios no hay nada imposible”.

El obispo de Caacupé indicó que ante estos hechos criminales “necesitamos hacer un alto en el camino y ponernos a recapacitar muy seriamente sobre lo que nos pasa y sucede como Iglesia y como país. ¿Qué está pasando entre nosotros?”, cuestionó. Consideró que los asesinos del Norte son parte de los que “andan errantes y sin objetivos”, como “personas desesperadas y sin norte. Solo porque hay desesperación podemos comprender acciones de esta naturaleza”, insistió.

Reafirmó que para estos casos solo queda proseguir con la tarea de evangelización. “Hay que recuperar las fuerzas pero jamás detenernos (…) ¿Qué hace el Señor en estos casos? Se pone a enseñar con calma; deben creer en la paz, no en el odio”, sostuvo. Durante la misa central, un grupo de policías retirados portó una pancarta en que pedían por la liberación del suboficial Edelio Morínigo, secuestrado por el EPP hace más de un año, y el cese de los asesinatos. Igualmente, durante la etapa de intenciones en la celebración, los religiosos pidieron “por los policías asesinados, para que el Señor los tenga en su santa gloria”.

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