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Te dolía un poco la cabeza, así que decidiste ir a consultar con un oftalmólogo “solo por si acaso”, y te encontraste con una sorpresa. Tenés un importante grado de miopía y debés comenzar a usar lentes lo antes posible.
Genial. Al principio puede ser lindo. Después de todo, lo hipster está de moda. Pero, pasan un par de años, y en otra consulta, el médico te comunica que la miopía aumentó. Te desespera un poco pensar en la idea de “quedarte cada vez más ciego” y hay ocasiones en las que, por comodidad o por estética, preferirías dejar de usar los lentes, cosa que se hace prácticamente imposible a menos que quieras ir tropezando por todos los rincones.
Claro, también está la opción de los lentes de contacto, pero ese es todo un tema aparte, pues son de corta duración, requieren una manipulación delicada y son menos cómodos que los anteojos.
¿Qué opciones quedan entonces a quienes desean abandonar los anteojos? ¿Existe alguna manera de revertir la miopía y volver a recuperar la visión normal? ¿Qué tan riesgosa es la famosa cirugía de la que tanto se habla últimamente?
La doctora Rocío Ferreira, oftalmóloga pediátrica, nos explicó cuáles son las opciones que tienen quienes deseen dejar atrás los lentes. Además, nos habló de las razones por las cuáles existe cada vez una mayor cantidad de niños y adultos con miopía.
Hace algunos años atrás, la tradicionalmente población oriental era la más afectada por la miopía, debido al aspecto genético.
Pero, en la actualidad, los oculistas del mundo están hablando de una pandemia, es decir, un aumento de la tasa de miopía en el mundo.
Factores como la herencia genética y la prematuridad, influyen para que un niño sea miope en algún momento de su vida. Esto, según nos explicó la doctora Ferreiro, se debe a que el niño prematuro tiene el órgano de la vista menos desarrollado.
La miopía se define como una anomalía o defecto del ojo que produce una visión borrosa o poco clara de los objetos lejanos. Según nos explicó la profesional, implica que la persona tenga el globo ocular de mayor tamaño. Esto no es evidente a simple vista, pero los especialistas pueden observar en tamaño irregular por dentro.
Un factor determinante para el aumento de la miopía en niños de cada vez menor edad, es el hecho de que cada vez vivimos más encerrados, mirando celulares, computadoras, tablets, sin salir al espacio exterior, señala la doctora Rocío Ferreira.
Si bien la herencia es un factor muy determinante, también es posible volverse miope debido al desgaste de vista que producen los artefactos tecnológicos.
Quien tenga la experiencia sabrá que puede llegar a ser bastante desesperante asistir al consultorio del oftalmólogo solo para un chequeo o con la intención de obtener una nueva receta que nos permita comprar anteojos nuevos, y encontrarnos con la sorpresa de que ha aumentado nuestra graduación.
“A este paso me voy a quedar ciego”, suele ser un pensamiento que pasa por nuestra mente.
La doctora es bastante realista en este punto y explica que hay una tendencia a que la miopía vaya en aumento una vez que comienza.
Ahora, la pregunta del millón es: ¿qué opciones tenemos? No entre en desesperación, estimado lector, que afortunadamente la ciencia ha avanzado y tenemos algunas alternativas de tratamiento tanto para dejar los lentes a un lado por un tiempo como para olvidarnos de la miopía, y “nacer de nuevo” con una graduación cero.
La doctora nos cuenta cuáles son:
La cirugía láser o refractiva. Se puede realizar recién a partir de los 22 años, pues el ojo debe terminar de crecer. Cuesta alrededor de US$ 1.000 por cada ojo. Se realiza con una instrumentación quirúrgica especial, y, en términos sencillos, el trabajo consiste en “tallar” la cornea y moldearla de tal manera a corregir el problema y que la persona ya no necesite utilizar lentes.
“El paciente siempre seguirá teniendo el ojo miope, pero dejará de utilizar lentes. El paciente sale de la cirugía viendo normalmente, y podrá enfocar las cosas, la graduación desaparece, pero siempre se deben realizar controles de retina, la persona no deja de ser miope”, dice la doctora, al tiempo de ejemplificar añadiendo: “es como si fuera que te estás colocando unos lentes de contacto, pero permanentes”.
En cuanto a sus riesgos, la profesional aseguró que, con los equipamientos y cirujanos capacitados que existen en la actualidad, los riesgos se redujeron significativamente.
No obstante, aún hay ciertas consecuencias. “El paciente puede quedar viendo halos de luz, o sombras alrededor de los objetos. Además, tras la cirugía existe una posibilidad muy frecuente de que el paciente quede con el ojo seco”.
La oculista aseguró que, pese a la existencia de estas complicaciones, hoy día se toman todos los recaudos para evitarlas. “Hay una serie de estudios que se le practican a la persona antes de la intervención.
Afortunadamente, no existe riesgo de ceguera con esta cirugía, pues se trabaja con la parte anterior del ojo, no con la interior.
Si tras la operación, un paciente llega a experimentar alguna secuela como las antes mencionadas, la doctora Ferreira explicó que aún así hay maneras de corregir estas complicaciones.
Gotas. Existen unas gotas, que tienen un componente denominado atropina. Se usan para evitar que progrese la miopía, pero no logran que desaparezca. Anteriormente se utilizaban como un dilatador de pupilas, pero los oftalmólogos están comprobando que en dosis bien diluidas puede evitar el aumento de la condición. Aún están en fase experimental. La profesional explicó que a nivel particular ha notado una mejoría en sus pacientes con el uso de estas gotas.
Llegados los 40 años, es inevitable que llegue la presbicia, que es una dificultad en la visión cercana, pero que en este punto de la vida, ya tiene que ver con el envejecimiento. La profesional creyó conveniente advertir a los lectores para no crear falsas ilusiones, que probablemente, todos los que se sometan a la cirugía refractiva, tendrán que volver a los anteojos cuando alcancen la cuarta década de la vida.
Finalmente, la oftalmóloga recomendó a los pacientes no frotarse los ojos, y tratarse con alguna medicación si se padece de alergia, para evitar empeorar la condición del paciente miope.