Potenza viajó esta semana a Asunción para recibir una urna funeraria con los restos óseos de su padre, uno de los primeros cuatro desaparecidos en Paraguay que fueron identificados entre agosto y septiembre de 2016.
Los restos de estas cuatro personas fueron hallados entre 2009 y 2013 en el predio de la Agrupación Especializada de la policía paraguaya e identificados gracias al trabajo conjunto del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la Dirección de Reparación y Memoria Histórica del Ministerio de Justicia paraguayo (DRMH).
Silvia Potenza agradeció a ambos equipos su trabajo y pidió mayor apoyo y recursos para ellos, porque “hay muchas personas esperando que esas manos las rescaten de la oscuridad, del silencio, del abandono, de la infamia, de la mentira”, dijo.
“Si es verdad que hay 30.000 desaparecidos en Argentina y más de 500 en Paraguay, deberíamos ser al menos 30.500 personas buscando a los nuestros”, sentenció.
Potenza contó que fue una de sus familiares quien le explicó que con una gota de su sangre podía ayudar a identificar los restos óseos que los antropólogos del EAAF examinaban en su laboratorio y reconoció que el proceso fue “sencillo y rapidísimo”.
“Me enviaron por correo un kit para tomarme la muestra de sangre en casa, y el kit todavía se tomó unos días arriba de la mesa. No le tengo miedo a las inyecciones ni nada, pero me costaba. Al final, cuando tomé la decisión y envié la muestra de mi sangre, estaba muy ansiosa por saber si la recibieron”, declaró.
Unos días después, Potenza recibió la llamada de Ida Beatriz García, la hija de Rafaela Giuliana Filipazzi, pareja de su padre y que fue secuestrada y desaparecida junto a él.
“Con Beatriz estábamos en contacto desde hacía años, pero no nos conocíamos personalmente. Me contó que habían encontrado a su mamá en Paraguay y me dijo que iban a encontrar también a mi papá”, recordó Potenza.
No habían pasado dos semanas desde que envió la muestra, cuando los científicos del EAAF llamaron a Potenza para notificarle que, gracias a su sangre, habían logrado identificar los huesos de su padre.
“Estaba dando de comer a mis nietitos y me leyeron el informe por teléfono. No sabía si había entendido bien. Y me dijeron: ‘hemos hallado los restos de tu padre’. Ahí enmudecí y empecé a llorar”, relató.
Potenza tenía 24 años, un marido y dos hijos cuando su padre, al que describe como un músico bohemio y muy viajero, exbibliotecario en el Congreso argentino, desapareció en Paraguay.
“Pasaron 40 años. Los primeros 10 años lo buscamos, lloramos, nos asustamos, hicimos denuncias, nos contactamos con sus compañeros músicos... Pero después de diez, doce años, todo se va enfriando, porque no podés vivir al límite de la angustia todo el tiempo, no podés dejar de lado tu vida por el dolor”, expresó.
Potenza cree que ahora, después del hallazgo e identificación de los restos de su padre y de haber recibido sus huesos, se cierra un ciclo y se abre otra etapa importante: la de reconstruir su historia.
Asegura que, ahora, le gustaría “tener la fuerza y las herramientas” para demandar a los responsables de la desaparición forzada de su padre.
“Quiero una reparación, en primer lugar, del buen nombre y la conducta de mi padre. Si él no fue la persona que yo conocía, que me lo demuestren. Pero, aunque lo demostraran, no tenían ningún derecho a torturarlo, a asesinarlo, a hacerlo desaparecer. Todos tenemos derecho a saber dónde están nuestros seres queridos. Nos quitaron toda posibilidad de que lo ayudáramos”, manifestó.
Los restos óseos identificados de José Agustín Potenza y Rafaela Filipazzi, junto con los de los militantes comunistas paraguayos Miguel Ángel Soler y Cástulo Vera, fueron restituidos a sus familiares este viernes en Asunción.
La Comisión de Verdad y Justicia (CVJ) de Paraguay documentó 425 casos de personas ejecutadas o desaparecidas durante la dictadura de Stroessner, la más larga del Cono Sur.