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La reglamentación que está por aprobarse “facilita la posibilidad que se pueda producir en base no solo a una materia prima que se importa en este caso, los cristales que se traen, sino que a partir de ahora se va a poder plantar la semilla específica para producir la variedad medicinal que interese”, explicó Miguel Velázquez, representante del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
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“No solamente plantar para consumo interno, sino para exportar, que es lo interesante, muy interesante. Porque, como se dice acá, más o menos mirás fuerte y ya crece marihuana, y bueno es así, la tierra y el clima son muy buenos para el cannabis, entonces, aprovechando eso se va a poder exportar”, dijo, citando que no solo el laboratorio nacional Lasca está interesado en cultivar, sino también empresas israelíes y estadounidenses.
Agregó que no existe ningún monopolio, pero que inicialmente las licencias para la plantación son reducidas, ya que se tiene que controlar la concentración específica de ciertos componentes de la marihuana y también, por ejemplo, que los cultivos tengan todas las especificaciones técnicas.
“Para plantar sí se decidieron conceder cinco licencias por periodo de cultivo, pero eso se puede rever porque pueden decir 'queremos exportar más' y esto es tan rentable como la soja, adelante, y se le da más licencia para exportar. Esto es plata para el país”, insistió el médico.
Aclaró que la variedad que se cultiva para uso medicinal no es la misma que las especies nativas y que por la concentración de ciertos químicos no tiene los efectos que los que se usan para fines “recreativos”.
“Las plantaciones medicinales son una cuestión delicada, porque la cuestión medicinal tiene que tener una concentración baja de THC (Tetrahidrocannabinol), el ‘cannabinol malo’ para todo el mundo” y que es que produce los efectos conocidos de la droga común y hace, por ejemplo, reducir el dolor, comentó.
“Esas plantas tienen que estar en invernadero, limitadas, la gente no tiene que entrar a llevar. La gente pues puede decir 'esto voy a usar con uso recreativo', para 'estuperfaciento', como diría un conocido. Vas a fumar una yerba mate, un perejil, no es lo mismo, eso lo que la gente tiene que entender”, agregó sobre el punto.
De hecho, según los efectos que se busca, se producen dos variedades de aceites medicinales de la marihuana: uno casi libre de THC, que es para los que sufren enfermedades como la epilepsia, parkinson y otros. La otra variedad tiene además una concentración de 0,4% de THC, que sí tiene efectos para reducir el dolor, que sirve para personas con tratamientos oncológicos y demás.
Otro punto resaltante de producir a nivel nacional es que parte de la producción debe obligatoriamente ser entregada al Ministerio de Salud para investigación o elaboración de medicamentos.
El médico adelantó que están culminando los primeros estudios locales de los efectos del aceite de cannabis y a primera luz arrojan resultados auspiciosos. “En el 30% de los pacientes no funciona, eso hay que ser claritos desde el vamos. Las dosis convencionales no tienen el resultado esperado. Ahora, 30% es espectacular”, comenta.
Sobre la cantidad de pacientes restantes, los efectos apuntan más bien a resultados positivos pero moderados. “El 40% restante pasa algo muy particular. Dicen: ‘No me calma el dolor, doctor’. Entonces te vamos a cortar (le plantea el médico). ‘No, no no, me siento mejor’ (refieren los pacientes). ¿Por qué te sentís mejor?. Duermo más, como mejor y me siento con más ganas. En conclusión le mejora la calidad de vida y eso es lo que nosotros buscamos”, indicó.
Los medicamentos con cannabis tienen sus particularidades, ya que los efectos dependen de los receptores que tengan los pacientes, las dosis no son las mismas y, por ende, tampoco los efectos. Lo que resaltó como positivo es que en cuanto al dolor, como medicamento sedante, es mucho mejor que la morfina, por ejemplo, ya que no produce acostumbramiento. Una vez que se encuentra la dosis efectiva, esta ya no varía.