“Los libros tienen su propia suerte”

Julio Rafael Contreras Roqué, aparte de haber contribuido con publicaciones e investigaciones a la cultura paraguaya, ha donado 6000 libros provenientes de su inmensa colección ala Biblioteca Nacional, sin dudas, un aporte invaluable para la nación.

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De una lucidez y elocuencia arrolladora, Julio Rafael Contreras Roqué nos introduce en un cosmos intercomunicado: su biblioteca. Nos cuenta sobre sus antecedentes familiares, episodios de la historia paraguaya, y una noticia que arroja luz sobre el acervo cultural del país: la donación de 6000 libros, obras que conformaron parte nuclear, en sus palabras, de su fecunda colección de libros.

Su biblioteca, otrora, estuvo poblada de cerca de 50.000 volúmenes. Además, ha donado libros ala Universidad Nacionalde Pilar, ala Fundación Félixde Azara de Buenos Aires, tanto como a diversos centros educativos de Paraguay y Argentina.

Su decisión de donar una colección se dio a partir del acercamiento del Dr. Contreras con el director dela Biblioteca Nacional, Rubén Capdevila, en el marco del seminario y exposición sobre la figura de Félix de Azara en el mes de octubre del año pasado, al cual concurrió en calidad de disertante, ya que es precisamente él el mayor especialista sobre la figura de Azara.

Antes de referirse a su decisión de ceder libros ala Biblioteca Nacional, entusiasmado, Contreras Roqué nos habla sobre sus antepasados, su pensamiento, sus investigaciones actuales.

Nací en 1933 en la provincia de Buenos Aires, en un pueblo suburbano. Era el campo, lo que hoy día es parte de la ciudad capital. Las provincias quedaron rezagadas por el militarismo. Mi padre, quien era correntino, nació en 1899 en Kurusu Kuatia, de familia de Ka’a Katĩ. Ahí está el nudo de mi relación con Paraguay. Era nieto de Ramón V. Contreras, un historiador de Corrientes, quien heredó muchas tierras de la familia; él iba y las poblaba. Era un historiador de monta. Se los expulsó por haber sido parte dela Revolucióncomunera. Procedemos por vía paterna de los fundadores de Villarrica del Espíritu Santo en la primera fundación, participaron como hacendados y gente más o menos poderosa económicamente, colaboraron en la rebelión como adherentes, no como partícipes políticos directos. Ka’a Katĩ estaba despoblado, era una tierra indefinida, tierra de nadie, entre esteros y palmares, allí proliferó nuestra familia. Fue arrasada por las tropas de Artigas, años 13 al 17, quemaron los archivos parroquiales, después la historia se reconstruyó por fragmentos. Mi padre tenía impregnada esa cultura guaraní y una especie de conflicto familiar, pues había una repulsa a lo que venía de la tradición guaranítica. Él se casó con una santafecina, hija de franceses, pero de origen catalán.

Por primera vez estuve en Paraguay en 1957, se estaba trabajando conla Ruta1, la estructura era del siglo XIX, la cultura esencialmente guaraní de la gente. Recorrimos Paraguarí, la capital, Limpio, Ita Pytã Punta.

Durante mi juventud desarrollé una pasión cultural hacia la historia, antropología, psicología social. Leí a Natalicio González, Proceso y formación de la cultura paraguaya; Carlos R. Centurión, el libro Historia de la cultura paraguaya.

Mi segunda estadía fue en la década del 70, una larga estadía en Asunción. Hacia el año 80 me radiqué en Corrientes. Posteriormente, mi hijo me acompañó al Chaco, a Mcal. Estigarribia, trajimos especímenes, nos encontramos con indios que estaban tatuados en la cara. Mi hijo se encariñó con Paraguay. A los 16 años ya hacía relevamiento de datos. Recorrí Alto Paraguay, Boquerón, Amambay, casi todo el país. En los 90 tuvieron la idea de crear una universidad acá (Pilar), ya tenía una gran biblioteca referida al Paraguay. Me dijeron ‘necesitan de gente que asesore, ¿querés estar?’. Trabajamos y se creó un primer núcleo. Mi hijo fue una especie de decano aunque lo llamaron para profesor; posteriormente, la facultad se anquilosó. Luego nos hicieron investigadores junto con mi hijo en 1994, con González Romero hicimos las bases para hacer el Parque Nacional Serranía de San Luis. Adquirí esta casa y decidimos hacer un instituto de investigación ecológica y naturalista, y enriquecimos la biblioteca para poder legarla junto con un instituto, hay un laboratorio y un gabinete; ahora en memoria de mi hijo.

Junté cantidad de libros temáticos sobre mito, folclore, lo onírico y lo real; un acervo poco accesible en otros lugares. Constituí en Buenos Airesla FundaciónFélixde Azara. Mi esposa quedó en Argentina y yo vine a Paraguay, había 300 socios, ahora ya no hay ese espíritu. Tomé una actitud pasiva, dejando testimonio de mis investigaciones. Estábamos en eso cuando mi hijo se vio afectado por el cáncer; ahora me cuesta expresarme y adaptarme a algunas cosas, logré trabajar con la muerte de mi hijo, me reconstruí y tengo la memoria intacta.

Anteriormente, he publicado sobre el fenómeno de El Niño, Bonpland y sus viajes Asunción, tengo cerca de 20 libros semiconcluidos, los cuales voy trabajando de a poco. Lo poco que duermo se me va en el trabajo intelectual. La cotidianidad estructura el yo de aquel que después va a encarar a algún problema. Soy un fósil liberado de lo biosocial. Ahora, estoy trabajando sobre Roger Bacon, Pablo de Olavide, Cosme Bueno.

Llega muy tardía a América, si es que llega. La encabezó Rodolfo Kush, Leopoldo Zea, unos brasileros, el grupo progresista de mediados del siglo XX. La filosofía andina, quechua, expresa todo eso. No hay desarrollo en ese sentido de la filosofía básica, “la filosofía sin adjetivo”; debe ser “filosofía sin más” como la llama Ortega y Gasset. Hemos descuidado por lo político, por frivolidad del siglo XIX, se ha ido más por la literatura, la cultura plástica. No hay ahondamiento. No hay pensamiento aplicado en particular a la naturaleza. Un relacionamiento del hombre con la naturaleza más se ve en escritores como Rómulo Gallegos, Ricardo Güiraldes en Ríos profundos y en Todas las sangres de José María Arguedas, también en Alcides Arguedas.

Hay que leer, leer y leer, y hacer análisis crítico y lento. No se ha concretado en Paraguay un libro que totalice el pensamiento y el ahondamiento de las bases de la existencia regional que no se puede separar de la brasilera, argentina, boliviana, pero está en cuatro mentes (Ramiro Domínguez, Rubén Bareiro Saguier, Carlos Villagra Marsal y Saro Vera). En Mancuello y la perdiz, debajo de lo anecdótico hay una raíz autóctona, una inquisición sobre el origen, el génesis del pensamiento popular. Estuvo también en Helio Vera, un poco jocosamente. Fuimos grandes amigos. Él tenía un pensamiento profundo. Hay que hacer mucho todavía, leer mucho. La juventud actual se nos va de las manos, está con otra cosa y el cambio es pernicioso. La música se ha hibridado con cosas inescuchables, las polcas eran antes el deleite del paraguayo. Ritos y mitos rigen la vida cotidiana. Nunca abarcamos a fondo, cuesta meditación, soledad, nadie acepta. La cotidianeidad es el enemigo de la reflexión profunda, ¿por qué no hay un Heidegger o algún émulo? Evitamos el pensamiento, vamos a formas más placenteras, vamos más por cuestiones estéticas que por formas de pensamiento, nos alejamos de la fuente de entendimiento. Desaparecer siendo parte de la realidad, es difícil lograrlo. No hay todavía una masa crítica que haga el intercambio entre las personas o entre las elites cultas para que puedan difundir las ideas en boga. Perdimos a Rubén Bareiro Saguier, a Ramiro no lo hemos perdido, pero está fuera del ámbito. Cadogan y Natalicio González entrevieron mucho de eso. No podemos seguir víctimas de nuestras cicatrices del pasado.

Esta importante donación, compuesta de las temáticas más diversas, no excluye, sin embargo, una importantísima colección de obras paraguayas y sobre el Paraguay, muy cuidadosamente seleccionadas y adquiridas en su mayoría enla Argentina.

La colección comprende, en palabras del donante, por lo menos 10 temáticas fundamentales: literatura europea, rioplatense y paraguaya, historia natural, historia rioplatense, historia paraguaya, filosofía, sociología, antropología, historia de las ideas y creencias religiosas.

“He resuelto seleccionar una parte nuclear de filosofía y de historia de la ciencia (que es la disciplina que estoy trabajando ahora) y de la cultura, seleccionado para que pase ala Biblioteca Nacional.He donado 1400 libros a una escuela de Formosa, Argentina; otros libros 3000 casi fueron por distintas fuentes. Debo ser uno de los pocos que hacen en vida la repartición: ‘Los libros tienen su propia suerte’.La BibliotecaNacionalestá llevando el grueso del material más selecto, esto surgió luego de una reunión el mes de octubre pasado, realmente yo estaba atormentado por el destino dela Biblioteca, al mes ya estábamos transportando libros a Asunción, lo cual ojalá pueda seguir. Cuando quede inhabilitado físicamente, quedarán mis libros ala BibliotecaNacional”, expresa, con un brillo, propio de la convicción, en los ojos.

Es biólogo, especializado en Biología Evolutiva, Biogeografía y Ecología Animal. Presidente de la Fundaciónde Historia Natural Félix de Azara de Buenos Aires. Se ha dedicado a la investigación científica en zoología, ecología y biología evolutiva, alternando las tareas docentes y de laboratorio con el trabajo de campo que le ha llevado en diferentes expediciones a Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Algunas de sus obras son: Guido Boggiani, 1861-1901. Entre la memoria y el olvido, Félix de Azara. Su vida y su época. La forja de un ilustrado altoaragonés, Un viaje inédito de Aimé Bonpland, entre otras tantas, incluyendo obras colectivas.

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