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Tras jurar, se oficializó en el cargo de ministro del Ambiente el hasta hoy diputado Ariel Oviedo, de la bancada de Colorado Añetete, quien pidió permiso a la Cámara Baja para desempeñarse en este cargo de confianza del Ejecutivo.
El nuevo ministro fue consultado sobre un fuerte rumor que circula, acerca del eventual nombramiento de Lorena Plabst, esposa de José María Ibáñez, en el cargo de directora general de Asuntos Jurídicos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Oviedo negó rotundamente esta versión, asegurando que en ningún momento ha tenido conversaciones ni con Plabst "ni con ninguna otra consultora. No charlé con ella en esos términos”, enfatizó el ministro, ante la insistencia de nuestras consultas.
Lorena Plabst, de profesión abogada, es esposa del exdiputado José María Ibáñez. Años atrás, cuando aún era estudiante de Derecho y modelo, había sido contratada por la Secretaría del Ambiente (Seam) para desarrollar un “proyecto ambiental”, con un salario, ya en ese entonces, de G. 15.000.000. Según trascendió, el ministro Ariel Oviedo mantiene una amistad con el matrimonio Ibáñez-Plabst.
Cuando la mujer se recibió de abogada, los integrantes de su estudio jurídico “Plabst, González y Kovacs”, fueron coincidentemenmte adjudicados con un gran número de asesorías y proyectos externos llevados adelante por la entonces Seam, hoy, Ministerio del Ambiente.
El matrimonio Ibáñez-Plabst creó un esquema de robo al erario para beneficio particular, utilizando el dinero del Estado para pagar salarios a los trabajadores de su quinta, sueldo que deberían haber pagado con dinero que saliera de sus bolsillos y no del Estado.
Increíblemente, el político, entonces cartista, logró chicanear su caso ante la Justicia por cinco años, y finalmente fue blanqueado por la Fiscalía a cambio de reconocer el delito y entregar una multa, consistente en la donación de un generador para el leprocomio (por valor de G. 117.791.278.) y G. 30 millones de “devolución” a la Cámara de Diputados.
Como si esto no fuera suficiente, sus colegas ignoraron las protestas ciudadanas y lo salvaron de perder su investidura. Esto lo llenó de nuevas ínfulas y se atrevió a mostrarse nuevamente desafiante y soberbio. Pero su tranquilidad duraría poco, porque la ciudadanía se llenó de indignación. Saliendo a las calles, lo repudiaron y lo forzaron a entregar su renuncia.