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En dos cartas, una dirigida a sacerdotes, religiosos y laicos, y otra a los seminaristas, Livieres dio su último adiós tras su destitución de la diócesis por mandato del papa Francisco. Pidió mantener la fe, respetar a la “legitima autoridad” que vendrá y que todos los cambios hechos “son para bien”.
A continuación, la transcripción de las dos cartas de Livieres:
Para los fieles de la diócesis de Ciudad del Este
Queridas fieles sacerdotes, religiosos y laicos,
Ya ven ustedes que, súbitamente, he dejado de ser su obispo. Esto podría provocar mucho dolor en una persona poco empapada de la doctrina de Cristo. Para nosotros “todo es para bien”, como escribe san Pedro. De manera a que todos sacaremos abundantes frutos de santidad propia y ajena, que es lo que buscamos.
Ruego al Señor que sigan luchando para alcanzar la santidad, la intimidad con Dios y con su Santísima Madre la Virgen María.
Obedezcan a la legítima autoridad. Si no lo hicieran, sería para mí una desilusión y un dolor, ya que creo haberles instruido siempre a estar muy cerca del obispo, que ahora soy yo, decía, pero luego vendrán otros también necesitados de la oración de ustedes, de su obediencia y de su cordialidad.
Les deseo todo lo mejor, en el terreno espiritual y en todo lo demás. Ustedes, por otra parte, recen por mí para que sea bueno y fiel hasta el final.
Pido al Señor que les bendiga abundantemente.
Con todo cariño
+ Rogelio Livieres
A los Seminaristas de Ciudad del Este
Queridos seminaristas de Ciudad del Este,
Les envié una palabra de cariño y de aliento recientemente. Pero quiero decirles unas cosas más.
“Tienen que estar siempre contentes”, dice San Pablo. Y nos lo repite “Estén contentos”. Estas vueltas que da la vida tienen ustedes que tener en su presupuesto personal, para no desconcertarse. Es evidente que todavía no estamos en el cielo y que todos, cada uno, tropezará con dificultades que “si aman a Dios, todo será para bien” nos dice San Pedro. La alegría debe estar siempre presente.
Si quieren perseverar, sean muy sinceros con quienes dirijan sus almas. Transparentes. Así desenmascararán al diablo que siempre quiere en turbar la claridad de nuestras vidas.
Quiéranse mucho unos a otros, también sean sacerdotes. Y también a aquellos que cueste amar porque no van bien.
Estudien siempre pegados al Magisterio y a la tradición. Así serán buenos y santos sacerdotes.
Los llevo en el alma a todos. Pido al señor que siempre fortalezca con su gracia. Y no se olviden de rezar por mí.
Con todo cariño
+ Rogelio Livieres