“La sucursal del infierno”

La última cobertura de Pablo Medina, acribillado hoy por dos personas vestidas con uniforme camuflado, fue una denuncia hecha por la Federación Nacional Campesina sobre un presunto caso de mala utilización de tóxicos en plantaciones.

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Pablo Medina vivía amenazado. En conversación con los colegas, durante sus visitas a Asunción, comentaba cómo se vivía el ambiente tenso en Curuguaty, una zona conflictiva del país.

“Hendy compañero” era su frase de cabecera. El famoso ñe’enga guaraní “Arde aquí, compañero”. Lo decía cuando las papas quemaban, cuando reportaba los homicidios que azotan a Canindeyú o cuando recibía las amenazas.

El día de Pablo fue normal. Ayer miércoles fue a cubrir una manifestación en Marina Cué, donde labriegos ocuparon tierras de manera pacífica y hacían protestas en memoria de los caídos durante la masacre de Curuguaty.

De hecho, Pablo Medina casi murió aquel 15 de junio de 2012 en Curuguaty, pero un entrenamiento previo de militares para periodistas le dio las técnicas para mantenerlo vivo.

Sixto Portillo, dirigente de la Federación Nacional Campesina (FNC) comentó a ABC Color que le había dicho a Medina que necesitaban su ayuda para denunciar un supuesto hecho de mal uso de plaguicidas tóxicos en la zona de la colonia Ko’e Porã. Pablo fue este jueves y llegó cerca del mediodía. Ahí hizo su última cobertura.

Portillo contó que las últimas publicaciones de Pablo Medina afectaban de manera fuerte al narcotráfico local y a las plantaciones mecanizadas de soja en el sitio. El dirigente de la FNC, dijo que los sojales en las tierras del brasileño Evaldo Araújo perjudicaban la plantación de mandioca de los productores familiares en la zona.

Tras la pregunta de quién pudo estar involucrado en el asesinado, Portillo se abstuvo de opinar pero dijo que hay demasiadas partes interesadas. “Se fue a hacer la cobertura, tranquilo. Hizo su trabajo de manera impecable, como siempre”. Ahí hablamos porque yo estaba en San Pedro. Luego me llamaron y me contaron que le habían asesinado, dijo Portillo en guaraní.

Una de las últimas series publicadas por Medina se trató de las plantaciones de marihuana en reservas forestales de Canindeyú.

Pablo Medina llamaba cada 5 de enero a pedir que se recuerde el asesinato de su hermano, Salvador, también asesinado en 2001 por poderes mafiosos de la zona.

El “pecado” de Pablo fue llevar la pasión del periodismo en la sangre, para proteger con su voz a los más desfavorecidos.

Tal vez un buen cierre para este artículo es una frase que el mismo Pablo Medina le envío al corresponsal de ABC Color en Villa Elisa, Higinio Ruiz Díaz. Uno jocoso, con la alegría que lo caracterizaba: “Desde la sucursal del infierno, un fraternal saludo”.

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