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“Hablé con él de un tema y me prometió ayudar. Me marcó un cierto precio, un reloj muy caro (Rolex), que él había elegido, que le hice traer y su valor era de entre US$ 10.000 a 12.000”, confesó el ingeniero Antonio Debernardi, al rememorar que en su momento, cuando aún ejercía el cargo de fiscal general, Javier Díaz Verón le había solicitado lo que él mismo calificó como una “prueba de amor” para ayudarlo en un caso específico.
Relató, sin embargo, que “para mi sorpresa y disgusto, no cumplió con su promesa este señor. No tengo el mejor de los conceptos de él, habrá sido la suma de una serie de acontecimientos en los cuales la gente se sintió igual. Por eso digo que tarde o temprano la verdad triunfa”, sostuvo respecto a la situación actual de Díaz Verón, quien se encuentra recluido en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú.
En diálogo con ABC Cardinal, reconoció que este pedido se produjo para “un tema empresarial para el que necesitaba una manito. Para poder trabajar siempre hay que hacer alguna cosita. Aquí nadie es santo”, se excusó.
Detalló que el regalo llegó a su destino final a través de un agente policial que por entonces realizaba guardia en su domicilio.
Recordó que “cuando no ocurrían las cosas le hice preguntar qué pasaba y me hizo decir que no me podría ayudar, pero no me devolvió tampoco el reloj”, señaló, y recordó que desde esos días nunca más volvió a encontrarse con él.
Al ser consultado si cree que otras personas pudieron haber sido “víctimas” como él señaló categóricamente: “Yo creo que sí. Le habrá golpeado a alguien que realmente tenía fuerza y ahí están los resultados”, concluyó.