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“Una mujer de campo se levanta a las 04:00 para ordeñar las vacas, cuidar los hijos y atender otros animales; pero al ser un trabajo no remunerado figura como que no existe, a pesar de que dichas tareas ocupan 15 horas de su tiempo”, afirmó Baiardi a ABC Color.
La ministra sostuvo que un trabajo no remunerado no implica necesariamente la falta de un aporte a la economía, sino todo lo contrario.
“El trabajo en la chacra trae el alimento, que si no existiese alguien tendría que comprarlo, pero se sitúa dentro del campo de un subregistro”, agregó.
En zonas urbanas, la situación es similar, teniendo en cuenta que la ama de casa o quien trabaja en la oficina no tiene tiempo para su esparcimiento en comparación al hombre.
Se estima que un 90% de los ingresos producidos por la mujer va dirigido a la manutención de su familia.
“Al llegar a la casa, hace la tarea con los hijos, prepara la cena, termina y ya tiene que reposar para el día siguiente, mientras que el aporte del hombre a las tareas domésticas es de solo el 4% en Latinoamérica”, acotó.
En Europa, especialmente en los países nórdicos, es donde se observa el mayor porcentaje de hombres involucrados en el quehacer doméstico, con un 48%.
Con respecto a las mujeres que son cabeza de hogar, la ministra detalló que es mayor la necesidad en las familias que tienen a una mujer como sostén, porque debe ocuparse de los suyo y a la par generar ingresos.
Existe además una tendencia de que su núcleo familiar no solo se extienda a sus hijos, sino también a nietos, sobrinos y hasta padres, es decir, se tienen más responsabilidades y menos ingresos.
Por ello, la ministra consideró de suma importancia trabajar en visibilizar estos inconvenientes y a partir de ahí diseñar las estrategias para hacer frente a la desigualdad.