El reto de salvar su lengua

Los indígenas manjui de Paraguay, que no llegan al millar de personas, luchan por salvar su lengua nativa, uno de los cinco idiomas en peligro de desaparición en el país, tras sufrir la pérdida de su territorio y, con él, parte de su identidad cultural.

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ASUNCIÓN. Tradicionalmente asentado sobre el margen derecho del río Pilcomayo, fronterizo con Argentina, este pueblo se distribuye en varias comunidades del departamento de Boquerón, en el Chaco paraguayo.

Se estima que actualmente viven en Paraguay unos 800 manjui, de los cuales el 30 o el 40% ya no hablan su lengua, dijo a Efe Nieves Montiel, directora de documentación y promoción de las lenguas indígenas de la Secretaría de Políticas Lingüísticas (SPL).

Técnicos de la SPL viajaron la pasada semana a varias comunidades manjui como Abizaí, cercana a la ciudad de Mariscal Estigarribia, capital departamental, para recabar datos sobre el precario estado de esta lengua.

Montiel contó que los indígenas de Abizaí fueron desplazados de sus territorios originarios al proyectarse la construcción del aeropuerto de Mariscal Estigarribia.

Los manjui se asentaron así en unas tierras cedidas por el Ejército, donde viven desde hace cinco años a la espera de encontrar un lugar donde instalarse de forma definitiva.

Montiel aseguró que esa pérdida conllevó también dejar atrás una parte de la identidad de este pueblo y puso en serio riesgo la supervivencia de ciertos rasgos culturales, entre ellos, su propia lengua.

“El territorio es el lugar que encierra la vida, la cultura y la cosmovisión de los pueblos indígenas. Al asentarse en lugares que no tienen el mismo significado, abandonan sus prácticas culturales y sufren un fuerte desarraigo”, expuso la experta.

La migración forzosa obligó a los manjui a convivir con el vecino pueblo nivaclé, que al ser más numeroso dejó una fuerte influencia en su cultura.

“La lengua de los nivaclé posee mayor estatus, por lo que el idioma manjui pasó a un segundo plano. Además, los manjui no cuentan con una escuela propia, sino que los niños asisten a la escuela de los nivaclé o los guaraníes occidentales, por lo que aprenden ya en otro idioma”, explicó Montiel.

Entre los adultos, especialmente los varones, el abandono del manjui se produjo al adoptar otra lengua franca, normalmente el guaraní paraguayo o el castellano, para comunicarse durante su trabajo en estancias ganaderas o en fábricas.

“Los manjui están en un territorio prestado, que no sienten como propio, y que esperan que sea provisional. En esa tierra no pueden cultivar, por lo que su forma de generar un salario es trabajar fuera de su comunidad”, relató Montiel.

Las mujeres, dedicadas al cuidado de los niños, las tareas domésticas o la artesanía, no tienen tanta interacción con las lenguas foráneas, y los técnicos de la SPL consideran que de ellas depende en gran medida la supervivencia de su idioma.

Pese a ello, algunas mujeres, como la lideresa de la comunidad, ya no utilizan su lengua propia, lo que influye en que el idioma pierda prestigio.

“La lideresa contaba que abandonó la comunidad siendo muy joven, y su padre, que era paraguayo, le prohibió hablar en manjui. Al regresar a la comunidad años más tarde, ya no sabía hablar en su lengua, pero ahora es consciente de que es muy importante para comunicarse con su gente”, contó Montiel.

Los técnicos de la SPL tratarán de consensuar las grafías y la fonética de manjui y conformar un diccionario básico, tarea ya emprendida en Argentina, donde también está arraigado este pueblo.

El trabajo presenta un gran reto: la tasa de analfabetismo entre los manjui es muy elevada, por lo que establecer un alfabeto y un registro de la lengua se hace más complejo.

“Intentaremos capacitar a los hablantes de manjui, para que en un futuro ya puedan no sólo hablar, sino también leer y escribir en su lengua”, dijo Montiel.

La lengua manjui, junto con la de los sanapaná, los angaité, los tomaraho y los guaná, forman el quinteto de lenguas amenazadas de Paraguay, donde sobreviven una veintena de lenguas precolombinas, además del guaraní, que es cooficial junto con el español.

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