Depredación sigue imparable

Una incursión de autoridades nacionales puso en evidencia –una vez más- el desmonte de varias hectáreas de áreas silvestres protegidas. Las intervenciones se realizaron en el Parque Nacional Ñacunday y en la Reserva privada Morombi, de la Región Oriental.

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El primer área recorrido fue el de la Reserva Privada Morombi, de la localidad de Curuguaty, departamento de Canindeyú, en donde intervinieron en dos zonas: La primera en Karumbé y luego en Pira Verá. Justamente en este último lugar, la Secretaría del Ambiente (SEAM) había detectado, apenas meses atrás, que varias personas estaban sacando madera. En aquella ocasión, incluso los depredadores habían construido un puente –con la madera del lugar- para poder desalijar la madera hacia Itakyry, según los intervientes de la SEAM.

En aquel entonces, la fiscalía había ordenado la imputación de las personas detenidas y actualmente soportan un proceso penal. Sin embargo, tras la intervención de ayer, desde la SEAM sospechan que se trataría de los mismos depredadores que aquella ocasión fueron descubiertos. En plena Reserva también se encontraron con un asentamiento campesino nuevo, denominado “San Miguel Arcangel”, según manifestaron sus ocupantes a las autoridades.

La comitiva estuvo integrada por funcionarios de la Dirección de Fiscalización Ambiental Integrada (DFAI), técnicos del INFONA, funcionarios del Ministerio Público y efectivos de la Policía Nacional, quienes procedieron a la constitución conjunta para verificar las denuncias de supuesto desmonte en las zonas mencionadas que corresponden a la reserva Natural. En total, los técnicos calculan que se desmontaron al menos 50 hectáreas de bosques dentro de la zona de la Reserva que es área protegida. Incluso, se encontraron plantaciones de girasol, poroto y maíz.

Tanto en las zonas de Pira Verá como en Karumbé, están instalados asentamientos campesinos  cercanos a los lugares en donde se procedieron al desmonte. Sin embargo, dentro mismo del área desmontada, los intervinientes hallaron precarias tiendas abandonadas que habrían sido utilizadas por los depredadores. En toda la Reserva se encontraron evidencias de que personas ingresan para talar los árboles de las áreas protegidas, según las actas de intervenciones.

El otro lugar intervenido fue el Parque Nacional Ñacunday, del distrito del mismo lugar, en el departamento de Alto Paraná, en donde los guardaparques de dicha Secretaría descubrieron tablones de madera acerradas listas como para ser llevadas. La tala ilegal de árboles dentro mismo del Parque -que tiene unas 2.000 hectáreas- es uno de los principales problemas que agobia al lugar, que cuenta con su maravilloso salto de unos 40 metros que puede ser una gran atracción turística, pero que no es explotada como tal.

Según los datos de los intervinientes, los guardaparques del Parque Ñacunday tuvieron que montar guardia en los alrededores para evitar que un grupo de campesinos tome las maderas, a pesar de que ya se había descubierto el ilícito. Los 76 tablones de 220 x 2 pulgadas aproximadamente, fueron profesionalmente aserradas, con una calidad que envidiaría cualquiera carpintería o aserradero local. Sin embargo, estos tablones son fabricadas dentro mismo del Parque, en “miniaserraderos” clandestinos. Este operativo no dejó detenidos, pero al menos, se evitó que se traficara la madera.

Finalmente, la directora de Áreas Silvestres Protegidas (ASP), Dra. Reinilda Duré Rodas, dispuso el traslado de todos las maderas encontradas hasta la sede administrativa de esta área, a disposición de la Secretaría del Ambiente.

En la Región Oriental de Paraguay desde hace 10 años y más allá de que existe la ley de Deforestación “Cero”, se deforesta un promedio de 60 hectáreas por día. A pesar de estos datos y que todos los días saltan más casos, nadie paró en la cárcel en este tiempo y el gobierno actual carece de una política de Estado sobre el tema.

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